Prisión de Sednaya, un infierno que atestigua los crímenes del antiguo régimen

Bajo el pretexto de combatir el extremismo, el régimen perpetró bombardeos masivos contra las ciudades sirias. Utilizando barriles de explosivos, destruyó innumerables vidas, matando a miles de civiles inocentes antes de siquiera tocar a los combatientes que consideraba una amenaza para su poder. Lo que inicialmente se veía como una lucha por la supervivencia frente a enemigos externos resultó ser una fachada, detrás de la cual Assad y su régimen fueron los verdaderos responsables del sufrimiento y la destrucción que asolaron a nuestro país.

Damasco, 23 feb (SANA)   Desde nuestra niñez, nos enseñaron a amar la patria y al líder como algo fundamental. Recuerdo con emoción aquellos momentos en los que mi familia me compraba los útiles escolares: el delantal, la bolsa, los lápices y cuadernos.

Cada uno de esos objetos, aparentemente simples, era una manifestación de nuestro amor para construir la patria. La alegría que sentía al recibirlos estaba tan profundamente arraigada que se volvía imposible cuestionar ese amor hacia la tierra y hacia el liderazgo que nos habían inculcado.

Sin embargo, nuestras vidas y nuestras infancias son muy diferentes en comparación a las generaciones actuales, cuyos corazones están rotos por lo que les tocó vivir.

Durante más de medio siglo, esta familia ha gobernado criminalmente el país bajo la apariencia de símbolos nacionalistas, hasta el punto que nuestras familias no se atrevieron a mencionar ninguna conversación política sobre el padre antes que sobre el hijo ya que el precio sería muy alto: la prisión. El silencio forzoso era una política impuesta por miedo a un régimen que, con su aparato de seguridad, podía lanzar a sus perros en cualquier momento. En este contexto, mencionar el nombre de un funcionario o de un miembro del régimen provocaba un temor mortal.

Ahora, después de que Bashar Al-Assad, el tirano y ex presidente de Siria, huyera como un delincuente cobarde el pasado 8 de diciembre de 2024, tras haber sumido a todo el pueblo sirio en el hambre y una crisis interminable, empiezan a salir a la luz los hechos que antes permanecían ocultos. Cada día que pasa, las verdades sobre su régimen y las atrocidades que cometió se van revelando, mostrando la magnitud de su crueldad y el sufrimiento que causó a su propio pueblo.

La Verdadera Naturaleza del Régimen: Más Allá de la Guerra

Cuando las fuerzas de la Revolución entraron en Damasco y se dirigieron hacia las prisiones para liberar a los detenidos, se destaparon horrores indescriptibles. Lo que se había vivido en la prisión de Saydnaya, el “matadero humano”, superaba la propia ficción.

Cuando los sirios pensaron que finalmente se habían liberado del régimen de Bashar al-Assad, la esperanza de un futuro sin temor, represión ni las implacables herramientas de espionaje que él había sembrado entre su pueblo rápidamente se desmoronó. En su lugar, la amarga verdad emergió con una claridad escalofriante: las masacres clandestinas continuaban.

A lo largo de los años, muchos de nosotros, los sirios, creímos que los flagelos de la guerra que padecíamos eran causados por la intervención de potencias extranjeras, que conspiraban para desestabilizar nuestra nación. Pensamos que el presidente Al-Assad, en su lucha contra los grupos terroristas (en sus propias palabras), defendía la soberanía del país y protegía a su pueblo de las amenazas de Occidente e Israel. Sin embargo, esta percepción se desmoronó cuando, tras su caída, quedó claro que Al-Assad no era el defensor que pensábamos, sino que representaba la cara misma del terrorismo.

Bajo el pretexto de combatir el extremismo, el régimen perpetró bombardeos masivos contra las ciudades sirias. Utilizando barriles de explosivos, destruyó innumerables vidas, matando a miles de civiles inocentes antes de siquiera tocar a los combatientes que consideraba una amenaza para su poder. Lo que inicialmente se veía como una lucha por la supervivencia frente a enemigos externos resultó ser una fachada, detrás de la cual Assad y su régimen fueron los verdaderos responsables del sufrimiento y la destrucción que asolaron a nuestro país.

Saydnaya: El Matadero Humano

El descubrimiento de la prisión de Saydnaya fue una de las peores tragedias. Considerada una de las prisiones más fortificadas, recibió el apodo de “matadero humano” debido a la tortura y las privaciones que ocurrían en su interior. También fue conocida como la “Prisión Roja” debido a los sangrientos sucesos de 2008.

La Ubicación y el Diseño

La prisión se encuentra cerca del monasterio de Saydnaya, a unos 30 kilómetros de Damasco. Fue construida en 1987 en forma de cartel de Mercedes, el famoso coche alemán y está dividida en dos partes: el “Edificio Rojo” para detenidos civiles y políticos, y el “Edificio Blanco” para prisioneros militares. Su diseño la convierte en una de las más fortificadas del país, con tres grandes edificios, donde los prisioneros eran vigilados durante todos los días de la semana.

El Sistema de Seguridad

Saydnaya cuenta con tres niveles de seguridad, incluyendo unidades de la Tercera División del ejército del criminal Bashar Al-Assad que protegen tanto el exterior como el interior de la prisión. Además, está rodeada por campos minados y equipos especializados en el monitoreo de comunicaciones. Todo está diseñado para evitar cualquier intento de fuga o rebelión.

Violaciones y Torturas

Entre 2011 y 2015, se ejecutaron entre 13,000 y 15,000 prisioneros en Saydnaya, muchos de ellos colgados en la horca en la oscuridad de la noche. Amnistía Internacional denunció las ejecuciones masivas y las condiciones inhumanas. Los prisioneros eran torturados, privados de comida y agua, y obligados a sufrir maltratos físicos y psicológicos.

El sistema de tortura incluía herramientas como la “alfombra voladora”, un dispositivo que doblaba el cuerpo del prisionero hasta el extremo, y el uso de palizas continuas con mangueras y tuberías. Además, las mujeres eran amenazadas con violaciones. Algunos sobrevivientes relataron que los prisioneros debían elegir entre su muerte o la de un familiar.

Las Cámaras de Sal y las Ejecuciones

En las “salas de sal”, los cuerpos de los prisioneros muertos eran cubiertos con sal y almacenados por 48 horas antes de ser transportados al hospital militar de Tishreen para emitir un certificado de defunción. Luego, los cuerpos eran enterrados en fosas comunes.

Los métodos de ejecución, entre ellos el uso de guillotinas y “prensas de ejecución”, eran tan atroces que superaban la capacidad humana de comprensión. Los prisioneros eran aplastados hasta la muerte, y sus cuerpos desechados sin ningún respeto por la vida.

Las ejecuciones directas en Saydnaya se llevaban a cabo regularmente, dos días a la semana. La investigación identificó dos cámaras de ejecución: una en el Edificio Blanco y otra en el Edificio Rojo. En ambas, el método utilizado era el ahorcamiento. Estas salas contaban con “varias guillotinas” para el manejo posterior de los cadáveres.

Después de las ejecuciones, el régimen sirio implementaba un plan sistemático y metódico para trasladar los cuerpos a fosas comunes. El Departamento de Servicios Médicos del Hospital Militar de Tishreen supervisaba el transporte de los cuerpos, que eran enterrados en la zona de Najha, al sur de Damasco, o en áreas como Qatana y Al-Qatifah, ambas relacionadas con unidades militares como la Décima División y la Guardia Republicana.

La investigación reveló que los cadáveres se trataban de dos maneras:

1. Ejecuciones directas: Los cuerpos eran transportados en vehículos militares denominados “carros de carne” o camionetas hasta los cementerios mencionados.

2. Víctimas de tortura o negligencia médica: Estos cuerpos permanecían en prisión un máximo de 48 horas, tiempo durante el cual eran almacenados en habitaciones llamadas “cámaras de sal”, implementadas después de 2011.
En estas cámaras, los cadáveres eran marcados con un número en la frente y cubiertos con sal para retardar la descomposición. Luego, se trasladaban al Hospital Militar de Tishreen, donde se emitían certificados de defunción antes de ser enviados a la sección penitenciaria de la Policía Militar y, finalmente, enterrados.

El régimen ejecutaba estas prácticas en las primeras horas de la mañana, priorizando el secretismo. La mayoría de las víctimas eran civiles que se habían atrevido a oponerse, incluso mínimamente, al gobierno de Bashar al-Assad.

El horror de Saydnaya trascendió lo imaginable. Según relatos recopilados por activistas, después de ser ejecutados, los cuerpos de los prisioneros eran aplastados en la prensa. Sus restos, ya sea sangre filtrada o cuerpos triturados, eran arrojados a pozos de ácido para su disolución o incinerados hasta convertirlos en cenizas.

Un testigo conocido como Abu Ubaida relató: “Tras la ejecución por ahorcamiento, colocaban al prisionero en la prensa, lo aplastaban como si fuera un trozo de hierro y luego lo desechaban en pozos de ácido o lo quemaban por completo”.

Una escala de tortura histórica

La tortura en las cárceles del régimen de Assad alcanzó niveles sin precedentes. Durante su gobierno, se documentaron hasta 72 métodos diferentes de tortura aplicados en más de 50 prisiones y centros de detención. Según la Red Siria por los Derechos Humanos, al menos 1.2 millones de sirios fueron arrestados por el régimen y sometidos a diversas formas de maltrato.

Los centros de detención se clasificaban en prisiones civiles, militares, instalaciones secretas no oficiales y centros de investigación afiliados a las unidades de seguridad. Sin importar el lugar, el objetivo era el mismo: aplastar cualquier disidencia a través de un sistema de represión despiadado y meticuloso.

Por Watfeh Salloum/fm

Check Also

Ministerio de Educación y UNESCO examinan formas de mejorar la cooperación conjunta

Damasco, 23 feb (SANA)   El Director de Planificación y Cooperación Internacional del Ministerio de Educación, …