Santiago de Chile, SANA
Miguel Fernández Martínez, periodista cubano de la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina se encuentra en Siria como corresponsal y afirmó a la revista chilena Punto Final que la crisis siria continuará mientras haya países que apoyen y financien al terrorismo. Occidente intenta destruir al gobierno sirio para crear pequeños estados débiles a fin de garantizar la seguridad de Israel. “No estamos luchando solamente contra los grupos terroristas dentro de Siria, sino también contra grupos terroristas que proceden de todas partes del mundo con el apoyo de los más ricos y los más poderosos países.
Turquía, que tiene estrechas relaciones con Occidente, abastece de armas, dinero y voluntarios tanto al Frente Al Nusra como al Estado Islámico (EI).
Occidente percibe el terrorismo como un comodín que puede sacarse de la manga periódicamente”, declaró al canal ruso RT el presidente sirio Bashar al-Assad, agregando que la alianza entre Siria, Irán, Iraq, y el movimiento libanés Hizbolah, al que llamó eje de resistencia, “logrará vencer el terrorismo que es una nueva herramienta para subyugar a la región”. Al eje se ha unido decisivamente Rusia.
Estados Unidos bombardea Siria desde septiembre de 2014 sin la anuencia de Damasco y violando leyes internacionales. Ataques que no han significado el fin de los grupos terroristas como el EI, sino su fortalecimiento… hasta ahora. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, causó revuelo al anunciar el envío de ayuda militar a Siria. Desde hace semanas, fuerzas conjuntas de la aviación militar rusa y siria atacan puestos de mando de los terroristas en Palmira, Alepo y Homs.
Preguntas y repuestas de la entrevista hecha por Punto Final al corresponsal de PL en Damasco:
-Háblanos del gobierno de Bashar al-Assad. ¿Cómo era la vida en Siria antes de la intervención de EE.UU. y Europa?
“El presidente Bashar al-Assad se convirtió en el chivo expiatorio que buscaban los grandes círculos de poder internacionales que intentan repetir en Siria lo que han hecho en Afganistán, Iraq, Yemen, Libia y en otros países de la región. Desde mucho antes de iniciarse la crisis en 2011, ya al-Assad estaba en la mira de Washington y sus agencias de inteligencia, llamado a convertirse en víctima de la voracidad imperial por no doblegarse a los edictos de la Casa Blanca.
Desde que el presidente al-Assad llegó al poder después de la muerte de su padre Hafez al-Assad, continuó las políticas panarabistas de unidad regional, que le habían dado mucho protagonismo a Siria dentro del Movimiento de Países No Alineados. Tampoco al-Assad comprometió la economía nacional a los designios del FMI y siguió el ejemplo de su padre, siendo el más importante defensor de la causa palestina para la devolución de los territorios ocupados por Israel y el retorno de los millones de palestinos refugiados a su lugar de origen. Siria, desde siempre, ha sido uno de los peores enemigos de Israel, a quien condena por sus políticas expansionistas y a quien reclama la devolución de las alturas del Golán, ocupadas ilegalmente por el ejército sionista desde 1967. A eso, hay que unir la sólida amistad entre el gobierno de Damasco y la República Islámica de Irán. Les unen históricos lazos de amistad y colaboración.
Bashar al-Assad impulsó la modernización de la sociedad siria, iniciada por su padre en la década de los 70, defendió el concepto de Estado laico, imponiendo la ley del Estado sobre cualquier religión y el derecho de convivencia de una población multiétnica, que forma el núcleo del pueblo sirio. Tampoco permitió la privatización de la industria petrolera ni de las más importantes industrias del país. Por todas estas razones era un objetivo a destruir por parte de las administraciones neocoloniales de EE.UU. y sus aliados europeos”.
-¿Qué ocurre actualmente en Siria: es una guerra civil?
“Me niego a aceptar la tesis de que aquí hay una guerra civil. Es tan falso como que el sol sale de noche. Lo que ocurre aquí es una agresión internacional, maquinada por la OTAN, el Departamento de Estado norteamericano y los servicios de inteligencia israelíes, que lograron aglutinar a monarquías del Golfo Pérsico -Arabia Saudita y Qatar-, junto a los gobiernos de Jordania y Turquía, para iniciar el asedio a Siria. Las estrategias para iniciar la crisis fueron claras. Trataron de trasladar a Siria los efectos probados en otros países de lo que se conoció como Primavera Árabe, un engendro desestabilizador que dejó dolorosas consecuencias en todos los países donde fue impuesta. Para esto utilizaron varios métodos, uno fue la manipulación de la conocida Hermandad Musulmana, que ya habían utilizado en Egipto, Libia, Túnez y otros países, tratando de darle un matiz religioso a las protestas, y el otro, las conocidas políticas desestabilizadoras organizadas desde la embajada de EE.UU.
Ya no es un secreto que previo a las supuestas manifestaciones populares ocurridas en marzo de 2011 y que dieron inicio al conflicto, el ex embajador norteamericano en Damasco, Robert Ford, viajaba constantemente a varias provincias, reuniéndose con cabecillas opositores y financiando las protestas.
En aquellas manifestaciones ‘populares’ había hombres armados que dispararon contra la policía. Generaron caos y violencia, porque todo era un plan bien diseñado para generar la desestabilización y dar paso a los grupos yihadistas, organizados, armados y entrenados por Occidente, que esperaban en las fronteras de Jordania, por el sur; Turquía, por el norte, e Iraq, por el este. Tampoco es un secreto que el autoproclamado Ejército Libre Sirio -del que ya apenas queda rastro-, integrado en su mayoría por desertores del ejército sirio, estaba financiado por París, y que en su proceso de desintegración, la mayoría de sus miembros fueron a parar a las bandas terroristas del Estado Islámico o del Frente al-Nusra, brazo armado de al-Qaeda en Siria.
Otra de las formas empleadas para agredir a Siria es través de la captación o reclutamiento de mercenarios procedentes de más de sesenta países, que vienen instigados por líderes religiosos extremistas que insisten en hacer un llamado a la yihad o guerra santa contra el legítimo gobierno en Siria. En fin, cuatro años después de iniciada esta guerra de rapiña, las fuerzas se han ido concentrando en dos grandes grupos. De un lado, las fuerzas armadas sirias, con un ejército de casi 350 mil hombres sobre las armas, en cooperación con las milicias populares conocidas como Unidades de Defensa Nacional, y del otro, las bandas terroristas que siguen generando caos y terror”.
TERRORISMO DEL ESTADO ISLÁMICO
-¿Cómo surge el EI y cómo se introduce en Siria? ¿Qué controlan? Se dice que venden petróleo para financiarse y que cuentan con millonarios recursos…
“El grupo terrorista Estado Islámico, también conocido en árabe como Daesh, surgió hace poco más de un año, y es un desmembramiento del grupo al-Qaeda que operaba en territorio de Iraq. Desde que comenzaron su expansión a territorio sirio, proclamaron la instauración de un califato, cuya capital es la ciudad de Raqqa, a poco más de 500 kilómetros al este de Damasco, ocupada por los extremistas armados.
De las atrocidades del Estado Islámico se habla todos los días. Manipulan la fe religiosa de sus integrantes y seguidores, y hacen una interpretación tergiversada del Corán, imponiendo las leyes de Sharia, y con ellas, un tipo de gobierno tiránico que incluye la imposición de crueles castigos que pueden ir desde el degollamiento, la lapidación, la crucifixión, y otras formas bárbaras de imponer la ley. Detrás hay toda una caterva de traficantes, usureros y delincuentes -en su mayoría de esos mismos países que buscan derrocar a Bashar al-Assad- que son quienes trafican con el petróleo de los pozos en zonas ocupadas, y con las reliquias arqueológicas e históricas que vandalizan por los distintos poblados por donde pasan.
Hay un detalle que no quiero dejar de mencionar, y es la manipulación que hacen los grandes medios occidentales acerca de los territorios ocupados por el EI en Siria. Muchos medios insisten en afirmar que ocupan más del 50% del territorio sirio, algo que no corresponde a la más estricta verdad. La mayor parte de la población siria vive en zonas bajo control del gobierno, del centro al oeste del país, en la costa mediterránea. La mayor parte de las zonas bajo control de los terroristas son áreas desérticas, con poca densidad poblacional; solo tienen bajo su control la ciudad de Raqqa, parte de la ciudad de Idleb y poco menos de la mitad de Alepo. Donde son fuertes en realidad es en el control de carreteras hacia el este, lo que impide el movimiento de las tropas hacia las zonas de combate y debilita la economía doméstica de los sirios”.
-¿A quién le interesa que Siria se desintegre?
“Recuerdo que hace muchos años alguien me dijo que los EE.UU. y las grandes potencias miran hacia el Medio Oriente como ‘un gran lago de petróleo’. Occidente nunca ha mirado con respeto hacia esta zona del mundo. Aquí están presentes las huellas de su paso colonial, del despojo a la cultura milenaria de estos pueblos y el desangramiento a sus importantes reservas de combustible. En el caso de Siria, por negarse a ser un lacayo más de las potencias occidentales, ya estaba ‘condenada’ a ser invadida. Con lo que no contaron fue con la resistencia del pueblo sirio, que ha sido capaz de defenderse más de cuatro años de toda esa campaña y de la agresión terrorista.
Incluso una de las fórmulas que trataron de aplicar para desestabilizar la unidad nacional fue el sectarismo, tratando de crear divisiones entre sunitas, chiítas, alawitas, kurdos, armenios, drusos, cristianos, yazidiíes, que forman una amalgama histórica e indestructible que se llama pueblo sirio”.
-¿Qué dificultades tienes para realizar tu trabajo como corresponsal de Prensa Latina?
“Las mismas que cualquier sirio de a pie. Convivo con ellos, sufro sus mismas necesidades y comparto sus esperanzas. He podido visitar zonas de combate, escuelas destruidas por la guerra, campos de refugiados, en fin, trato de palparlo todo. Incluso, he podido conversar con mercenarios extranjeros apresados por el ejército y escuchar de sus labios hasta dónde están comprometidas fuerzas externas en esta guerra. He tenido la oportunidad de entrevistar desde ministros hasta gente común. Todo el que me puede dar su versión de esta guerra, y permitirme tener nuevos argumentos para explicárselos a los lectores, estará siempre en mi agenda”.
-¿Cuál es la situación humanitaria en Siria?
“Según la ONU, Siria está sufriendo la peor crisis humanitaria que se conozca desde hace 70 años. A consecuencia de esta guerra, más de cuatro millones de sirios han tenido que refugiarse en otros países y los principales países de acogida son El Líbano, Turquía, Jordania, Iraq y Egipto. Cerca de once millones están desplazados dentro del mismo territorio nacional, y las cifras de muertos son espeluznantes. Hasta ahora, y algunos aseguran que son cálculos conservadores, hay más de 240 mil muertos, de ellos, 50 mil miembros del ejército. En algunas zonas hay hambruna y falta los más elementales artículos, agua, electricidad. Es una historia difícil y triste”.
-¿Cómo ha enfrentado el gobierno la lucha contra el terrorismo?
“Siria se ha defendido con garra de esta agresión internacional. El ejército sirio y las milicias populares han llevado todo el peso de esta guerra a un alto costo material y humano. De la coalición internacional liderada por EE.UU., hay poco que decir. Llevan más de un año ‘bombardeando’ supuestas posiciones de los grupos terroristas, y lo que hacen es fortalecerlos. Existen evidencias que en algunos lugares del oriente sirio y en Iraq, estos mismos aviones lanzan armas y municiones que van a parar a manos de los grupos extremistas. Por su parte, las milicias sirio-kurdas que se identifican como YPG, también han cumplido una ardua tarea en la defensa de sus territorios al norte de Siria, principalmente en zonas del norte de Alepo y en la oriental provincia de Hasaka, logrando incluso expulsar a los terroristas de sus territorios”.
-¿Qué puedes decirnos de los crímenes contra mujeres, niños y ancianos y de la destrucción de bienes culturales?
“Tienen escandalizaba a la opinión pública internacional. Usan métodos verdaderamente sádicos, como cortar las cabezas de sus enemigos o crucificar a las personas en plazas públicas, o lapidar a las mujeres hasta la muerte. A los homosexuales los lanzan desde las azoteas de los edificios, y castigan a golpes a las mujeres por no llevar el velo o por salir solas a las calles. Los niños es lo que más duele. Cerraron muchas escuelas en las zonas ocupadas, y abrieron colegios donde desde pequeños les enseñan la importancia de suicidarse en aras de conseguir un propósito, o los convierten en ayudantes de los carniceros que ejecutan a las personas. El daño psicológico y social contra esos niños es impresionante”.
Fady M., Hala B.