Occidente frente al juicio final: la demanda de Sudáfrica contra “Israel” por genocidio

“El objetivo estratégico es que no se acepte la demanda. Eso sería un triunfo evidente para el IV Reich sionista y para Occidente. Pero lo más perentorio es que no se ordene ninguna medida provisional si se hace, como el cese de los ataques. Este es el quid de la cuestión y el por qué ahora “Israel” dice que retira algunas tropas y que continuará con su agresión de otra manera.”

Damasco, 23 ene (SANA)

El inicio

La denuncia de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia contra Israel por genocidio en Gaza se va a convertir en determinante para saber cuál es el rango moral y su grado de putrefacción de todo el entramado internacional hegemonizado por Occidente. Ese de su orden y sus reglas, de sus valores y de su moralidad (ironía y sarcasmo).

Son 84 páginas de pormenorizada denuncia que se resumen en:

Matar a palestinos en Gaza, incluida una gran proporción de mujeres y niños (aproximadamente el 70%) de las más de 21.110 muertes y algunos parecen haber sido sometidos a ejecución sumaria.

Causar graves daños físicos y mentales a los palestinos en Gaza, incluidas mutilaciones, traumas psicológicos y tratos inhumanos y degradantes.

Provocar la evacuación forzada y el desplazamiento de alrededor del 85% de los palestinos en Gaza, incluidos niños, ancianos, enfermos y heridos. Israel también está provocando la destrucción masiva de hogares, aldeas, ciudades, campos de refugiados y zonas enteras palestinas, lo que impide el regreso de una proporción importante del pueblo palestino a sus hogares.

Causar hambre, inanición y deshidratación generalizadas a los palestinos asediados en Gaza al impedir una asistencia humanitaria suficiente, cortar suficientes alimentos, agua, combustible y electricidad, y destruir panaderías, molinos, tierras agrícolas y otros medios de producción y sustento.

No proporcionar o restringir el suministro de ropa, alojamiento, higiene y saneamiento adecuados a los palestinos en Gaza, incluidos 1’9 millones de desplazados internos. Esto los ha obligado a vivir en situaciones peligrosas de miseria, junto con ataques y destrucción rutinarios de lugares de refugio y asesinatos y heridas a las personas que los albergan, incluidos mujeres, niños, ancianos y discapacitados.

No proporcionar o garantizar la prestación de atención médica a los palestinos en Gaza, incluidas aquellas necesidades médicas creadas por otros actos genocidas que están causando graves daños corporales. Esto se está produciendo mediante ataques directos a hospitales, ambulancias y otras instalaciones sanitarias palestinas, el asesinato de médicos y enfermeras palestinos (incluidos los médicos más cualificados de Gaza) y la destrucción e inutilización del sistema médico de Gaza. Destruir la vida palestina en Gaza, destruyendo su infraestructura, escuelas, universidades, tribunales, edificios públicos, registros públicos, bibliotecas, tiendas, iglesias, mezquitas, carreteras, servicios públicos y otras instalaciones necesarias para sostener la vida de los palestinos como grupo. Israel está matando a familias enteras, borrando historias orales enteras y matando a miembros prominentes y distinguidos de la sociedad.

Imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos de palestinos en Gaza, incluso mediante la violencia reproductiva infligida a mujeres, recién nacidos, bebés y niños palestinos.

La CIJ es el máximo organismo legal de la ONU para abordar disputas entre estados y por violar las obligaciones de los tratados de la ONU. Que este caso lo haya presentado Sudáfrica se debe a que Palestina no es Estado (por obra y gracia no solo de Israel, sino de Occidente). Uno de esos tratados de la ONU es la Convención sobre el Genocidio, que es definido por el derecho internacional como “actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Desde luego está fuera de toda duda que esto es lo que está pasando en Gaza.

Pero no solo ahora, sino desde hace mucho tiempo, más de 75 años y, de ellos los últimos 17 años con el bloqueo impuesto a Gaza. Ya entonces, cuando comenzó ese bloqueo que “puso a dieta” a los palestinos de Gaza, la ONU advirtió que se estaban “creando condiciones que no permiten la supervivencia de la población”. Eso fue entonces. Ahora el jefe de asuntos humanitarios de la ONU,Martin Griffiths, ha tenido que reconocer (3 de enero) que la situación en Gaza es que la franja es “inhabitable” porque “la gente se enfrenta a los niveles más altos de inseguridad alimentaria jamás registrados; la hambruna está a la vuelta de la esquina”. No solo él. El relator especial para la ONU sobre el derecho a una vivienda adecuada, Balakrishnan Rajagopal, ha dicho (9 de enero) que “la Corte Internacional de Justicia debería considerar la magnitud de los daños y las viviendas destruidas en Gaza como parte del caso de genocidio contra Israel”. Además, una de las disposiciones de la Convención sobre el Genocidio es la prohibición absoluta de la incitación al genocidio. Los políticos y comandantes militares más importantes de Israel (a quien debería considerarse ya como el IV Reich) indiscutiblemente han violado esa sección de la convención.

Sin ilusiones

No hay que hacerse ilusiones. La audiencia de esos dos días, 11 y 12 de enero, la CIJ solo decidirá si tiene jurisdicción o no sobre la denuncia por genocidio. Y eso tardará varias semanas o meses en comunicarse. En el mejor de los casos, se adoptarían una serie de medidas provisionales, que desoirán tanto Israel como sus apoyos occidentales (EEUU, Gran Bretaña y Francia ya han dicho que no aceptarán un fallo condenatorio) porque la CIJ no tiene forma de hacer cumplir sus sentencias. Hay muchos precedentes de esto, y en el caso de Israely sus apoyos occidentales está la que dictó en julio de 2004 declarando ilegal el muro que construía Israel en Cisjordania. El muro no solo no se derribó, sino que se amplió. Curiosamente, o no tan curiosamente, quien estaba al frente de la Corte Suprema israelí entonces, que incumplió la sentencia de la CIJ, ha representado a Israel ante la CIJ en esta denuncia sudafricana.

Y, además, hay que hacer notar que la CIJ no tomará ninguna decisión final sobre el genocidio hasta una audiencia a fondo del caso, y eso va a llevar años. La media para una resolución de la CIJ es de siete años, aunque ha habido casos en que han tardado 15 años. Sin embargo, van a ser los días del juicio final para Occidente. La poca credibilidad que le queda estará vinculada a lo que aquí se diga, dada la inacción palpable de la Corte Penal Internacional (hay que recordar que la acusación contra Putin como “criminal de guerra” se hizo de oficio, y en solo seis meses), aunque países como Bangladés, Bolivia, Comoras, Sudáfrica y Yibuti han pedido formalmente a esta institución que lo investigue. Israel tiene el apoyo de Occidente porque estos neocolonialistas tienen casi tanto que temer de un veredicto contra Israel como el propio Israel. Han respaldado firmemente el genocidio, los asesinatos, y países como EEUU y Gran Bretaña han enviado armas al régimen sionista, lo que los convierte en cómplices de derecho, no solo de hecho.

Dada la complejidad política que supondría, para Occidente, una condena o siquiera una consideración de la demanda por genocidio, la presión diplomática y política sobre la CIJ es evidente, sobre todo si se tiene en cuenta de dónde son los jueces: Alemania, Australia, Brasil, China, Eslovaquia, Estados Unidos, Francia, India, Jamaica, Japón, Líbano, Marruecos, Somalia, Rusia y Uganda. Aparentemente hay mayoría no occidental, pero ahí es donde está la presión, pese a que su composición es producto de una votación de la Asamblea General de la ONU ratificada por el Consejo de Seguridad. Desde luego, ningún juez occidental votará en contra del IV Reich sionista.

El objetivo estratégico

El objetivo estratégico es que no se acepte la demanda. Eso sería un triunfo evidente para el IV Reich sionista y para Occidente. Pero lo más perentorio es que no se ordene ninguna medida provisional si se hace, como el cese de los ataques. Este es el quid de la cuestión y el por qué ahora Israel dice que retira algunas tropas y que continuará con su agresión de otra manera.

Lo que ha hecho Sudáfrica (cuya denuncia ha sido respaldada por Bolivia, Jordania, Malasia, Maldivas, Nicaragua, Turquía, Venezuela y la Organización de Cooperación Islámica, junto a más de 800 organizaciones de todo el mundo, entre ellas la Coalición Internacional para exigir el fin del genocidio en Palestina) es poner a Occidente en un brete y, sobre todo, tratar de impedir que se aniquile al pueblo palestino de Gaza antes de que sea demasiado tarde. Y eso va a salpicar a Occidente, quiera o no. Porque si hubiese, si hubiese, alguna decisión en el sentido que dicta el sentido común (algo que no hay en Occidente) no será solo el IV Reich sionista quien esté en dificultades legales, que le da lo mismo, sino el muy “democrático” Occidente porque tendría que dejar de armar a Israel y hacer algo a lo que no está acostumbrado: no cumplir algo como esto supondría que ya no hay ninguna cortina para considerar a Occidente como “democrático” porque sería, formalmente, “cómplice de genocidio”.

Israel es demasiado importante para Occidente. Y la imagen “democrática” es demasiado importante para Occidente. Ni uno ni otra tienen que ser cuestionadas.

Pero hay peros. Alemania, Canadá, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos presentaron en 2020 una demanda contra Mynamnar por genocidio contra los rohinyá diciendo que “están sometidos a una dieta de subsistencia, a una expulsión sistemática de sus hogares y a la prestación de servicios médicos esenciales por debajo del mínimo requerido”. Y la CIJ la aceptó. ¡Una pizca de lo que está pasando en Gaza! Pero aquí los vasallos occidentales callan cuando es con el apoyo del amo cuando se comete el crimen.

Occidente lleva mucho tiempo violando el derecho internacional (Irak, Yugoslavia, otra vez Irak, Afganistán, Libia, Siria, Cisjordania, Gaza…), y lo ha hecho con impunidad absoluta porque controla todos los instrumentos, pero ahora está en la fase final, viendo cómo desaparece su hegemonía. Por eso estos dos días son los del juicio final. Lo que aquí ocurra será determinante para saber el grado de putrefacción que hay en Occidente, si lo que se ve ya o más.

Las sesiones

Al ser un tribunal de la ONU, esta organización no ha tenido más remedio que retransmitir las dos sesiones, la del día 11 con los argumentos de Sudáfrica y la del día 12 con los de Israel. Y han sido dos días clarificadores porque se ha dejado abierta una vía de escape para Occidente, la única vía de escape para salvar la cara y no condenar al régimen sionista.

Lo primero, fue oír cómo los jueces que representaban a Sudáfrica y a Israel prestaban juramento de imparcialidad. Ya comenzaba la cosa a chirriar cuando se oyó con estupefacción cómo el representante sionista lo hacía sin despeinarse. Como he dicho más arriba, es quien fue presidente de la Corte Suprema de Israel y que, en calidad de tal, se negó a cumplir la sentencia de la CIJ de 2004 sobre la ilegalidad del muro. Imparcial a toda vista, desde luego. Pero hay más: en su calidad de juez ha aceptado todas las formas de represión de los palestinos por parte del ejército sionista como “legales para la seguridad nacional” y, en particular, se ha negado repetidamente a pronunciarse en contra del programa israelí de demoliciones de viviendas palestinas como castigo colectivo. Y este tipo tan imparcial es, además, visto en el IV Reich como un “progre”.

Lo segundo fue ver al tribunal, a esos 15 individuos e individuas y, especialmente, a los occidentales. Reconozco que antes hice los deberes, como con el alemán. Alemania es el país, después del IV Reich y de EEUU, más rabiosamente antipalestino del mundo. Y también está gobernado por supuestos “progres”. Pero este tipo tiene fama de riguroso, así que será interesante saber cuál es su voto, si prima lo jurídico o lo político. Sin embargo, las presiones son de tal calibre que no se saldrá del guión occidental.

Y empezó la cosa, con Sudáfrica haciendo una dmuy dura acusación a Israel y sin entrar al trapo de los “progres” de condenar previamente a la resistencia palestina, a Hamás en concreto. Once líneas mecanografiadas son más o menos un minuto hablado, y Sudáfrica en ese minuto dijo la verdad: “los palestinos han sufrido 75 años de apartheid, 56 de ocupación y 13 de bloqueo”. Son algunos más de bloqueo, pero no estaba nada mal porque la historia no comienza el 7 de octubre con el ataque de la resistencia palestina, sino mucho antes. Ese ataque es el efecto, la causa hay que buscarla hace 75 años. Y comenzó el relato de lo recogido en el documento de la denuncia de esas 84 páginas mencionadas.

La única vía de escape

Pero lo interesante no está aquí, más que conocido, sino en cómo Sudáfrica abordó lo importante, porque es en lo que se basa todo Occidente para presionar a la CIJ para que no acepte la demanda: la jurisdicción de la CIJ y el papel de Sudáfrica para presentar el caso porque es aquí donde está el quid de la cuestión para que Occidente, y el régimen sionista, ganen. Esta es la vía de escape que tiene Occidente, todo legal. Este es el punto jurisdiccional que va a determinar todo. Israel recurrió a lo de siempre: el holocausto. Y a decir que lo de Gaza no es otra cosa que “la brutalidad de la guerra”, que la denuncia sudafricana no busca otra cosa que la deslegitimación de Israel y que si hay que acusar a alguien de genocidio es a Hamás. Y, por supuesto, el derecho a la autodefensa.

Y entró a fondo en la vía de escape: que Sudáfrica no tiene potestad para denunciar al IV Reich porque no hay ninguna disputa entre los dos países. Aquí el tribunal sí prestó una atención que no vi en otros temas. Esto es lo determinante, el rechazar la demanda por cuestiones procesales y no entrar al trapo. Todo legal, pero la putrefacción occidental se acelerará si se produce.

Visto lo visto, si ya había pocas esperanzas por los antecedentes de las sentencias de la CIJ, que no tiene forma alguna de hacer que se cumplan, no hay que esperar grandes milagros. Pero han sido dos días cruciales para Occidente y sus “valores”. Va a costarle mucho tener la cabeza levantada tras todo esto porque Occidente es de forma clara el retrato de Dorian Gray (excelente libro de Oscar Wilde).

P.D.- Al enviar este artículo para su publicación se ha conocido otra demanda contra Israel ante la CIJ. Es de Indonesia y se centra en la ocupación ilegal de tierras palestinas.

Por Alberto Cruz
Fuente:Diario Octubre

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