Damasco, 20 dic (SANA) A pesar de la liberación del terrorismo de la mayor parte del territorio nacional durante las operaciones militares del ejército de Siria y sus aliados desde 2015, la situación militar en esta nación continúa compleja.
Según denuncia el gobierno de Damasco, la ocupación directa de partes del país por Turquía y Estados Unidos y su apoyo público a agrupaciones radicales y separatistas dificultan la liberación del resto aún fuera del control de las tropas sírias en el norte y el nordeste.
En medio de este panorama, el presidente Bashar al-Assad reconoce que la guerra contra la institución militar de su país fue feroz y los enemigos lograron algunos éxitos al principio mediante su potente maquinaria política y mediática, pero fracasaron al final gracias a la unidad del Ejército con el pueblo.
Durante 2021, la extensa zona desértica de al-Badieh, en el este, sufrió un aumento de los ataques de bandas remanentes de la organización terrorista Estado Islámico –Daesh en árabe- contra blancos militares y comunidades civiles.
Los radicales de Daesh recurrieron a la guerra de pandillas y actúan sobre la base de claras instrucciones de inteligencia para desgastar las tropas sirias y sus aliados.
Según datos comprobados, las fuerzas de Estados Unidos, presentes ilegalmente en el enclave de al-Tanef en el este sirio, ofrecen apoyo logístico y protección a los miembros de esta agrupación, inscrita en la lista del terrorismo internacional.
Pero incluso las células de Daesh se activan de forma especial en las áreas conectadas geográficamente con al-Tanef, donde se protegen tras perpetrar sus ataques.
Oficiales sirios denuncian que, además de recibir apoyo logístico e informaciones de inteligencia, los elementos de Daesh residen en absoluta seguridad en una región que se supone sea escenario de operaciones antiterroristas del Pentágono y las agrupaciones armadas que apoya.
Por otro lado, varios medios confirmaron que las fuerzas estadounideses trasladan a extremistas a sus bases ilegales donde los entrenan, y luego les asignan misiones, cuyo objetivo es desestabilizar las zonas controladas por el Gobierno.
A pesar de las repetidas denuncias de Siria en las Naciones Unidas y en los foros internacionales, Washington sigue manteniendo al menos 12 enclaves, en su mayoría en los campos de petróleo y gas, principalmente en la región de al-Jazira (este del Éufrates).
Esta presencia ilegal, según esas declaraciones, incentiva la actividad terrorista y separatista y priva al pueblo de sus riquezas naturales, pues los militares del Pentágono y su milicia separatista Fuerzas Democráticas continúan el saqueo del trigo y el petróleo.
La ira popular crece notablemente contra las prácticas de las unidades estadounidenses y durante el año en curso se reportaron decenas de ataques sírios con explosivos a convoyes de fuerzas del ocupante o con cohetes contra sus bases, mientras tropas y pobladores interceptan con frecuencia esas columnas militares e impiden su paso.
Tribus y clanes de este país manifestaron públicamente y en varias ocasiones el rechazo contundente a las fuerzas de Washington y anunciaron la formación de un ejército, cuya misión es apoyar a las fuerzas armadas sirias en su lucha antiterrorista y realizar acciones encaminadas a expulsar a los ocupantes extranjeros.
Turquía mantiene el control ilegal desde 2018 de amplias zonas en el norte de Siria, donde mantiene 114 posiciones y puntos militares que se distribuyen en cinco provincias: Alepo (56), Idlib (45), Raqa (nueve), Hasakeh (cuatro) y Latakia (dos).
A pesar de la denuncia de Damasco a esta presencia que califica de ilegal y de flagrante ocupación, Ankara envió este año miles de soldados y reforzó aún más sus posiciones.
A su vez, el Ejército Árabe Sirio envió tropas y material bélico para incrementar y reforzar su presencia en el área que constituye una línea de choque con los efectivos turcos y sus milicias locales.
Rusia también incrementó la presencia de sus aviones de combate y helicópteros en el aeropuerto de Qamishli, en el extremo nordeste de Siria, e intensificó su patrullaje aéreo a lo largo de la autovía M-4 que comunica Hasakeh con Alepo, lo cual, según analistas, transmiten un mensaje disuasivo a Ankara que pretende tomar más localidades en el país.
En la septentrional provincia de Idlib, cuyo 56 por ciento logró liberar el ejército sirio durante el 2020, los terroristas retienen a cientos de miles de civiles como escudos humanos y violan constantemente el alto el fuego acordado entre Moscú y Ankara.
Como respuesta a estas violaciones, aviones de combate rusos y sirios lanzan frecuentemente bombardeos contra sedes de grupos radicales que combaten todos bajo el paragua de la Junta para Liberación del Levante, otrora Frente Al-Nousra, inscrita en la lista del terrorismo internacional.
La presencia militar de Turquía en Idlib impide desde marzo de 2020 continuar las operaciones para liberar esta gobernación.
El Ejército sirio amplió durante 2021 sus políticas basadas en la reconciliación para recuperar la normalidad en determinadas provincias y regiones sin recurrir a operaciones militares que podrían provocar pérdidas materiales y de vidas humanas.
Al menos 17 mil desertores y prófugos fueron indultados tras entregarse, en un proceso de reconciliación que aún sigue en la provincia oriental de Deir Ezor.
Esta decisión se implementó también con mediación rusa en la provincia sureña y estipuló la normalización del estatuto de quienes deponen las armas, la salida de los terroristas hacia el norte de Siria y la instauración de la autoridad del Estado.
Sólo en Deraa, siete mil de ellos entregaron millares de pertrechos ligeros y medianos, mientras a nivel nacional la cifra supera los 30 mil prófugos amnistiados tras someterse a las autoridades militares y judiciales.
Gracias a esta política y a los logros en la liberación de zonas bajo el terrorismo, el Ejército licenció a más de 14 mil militares reservistas convocados a cumplir su deber durante los primeros años de la guerra.
El anterior grupo desmovilizado fue a principios de este mismo año y abarcó a casi 34 mil militares.
En el 2021, continuaron también los ataques de Israel contra blancos supuestamente iraníes o de Hezbollah, pero que en realidad buscan destruir las capacidades del ejército sirio y desgastarlo.
Tel Aviv perpetró este año más de 40 ataques que cobraron la vida de civiles y militares, y abarcaron todas las provincias del país.
Sus aviones de combate utilizan el espacio aéreo libanés para atacar a Siria y se protegen con vuelos de aviones de pasajeros para evitar el fuego de la defensa antiaérea que logra, según altos mandos, destruir el 90 por ciento de los misiles.
El gobierno sirio condenó esas acciones y deploró el silencio de las Naciones Unidas, así como ratificó el derecho a defender la integridad y soberanía del territorio nacional por todos los medios legítimos.
Además, denunció que esas agresiones forman parte del apoyo directo ofrecido a las agrupaciones terroristas, en particular el Daesh o Estado Islámico, con el fin de desestabilizar nuevamente las zonas ya liberadas.
Otra evidencia del involucramiento de Israel en el apoyo al terrorismo en Siria es la incautación de armas y municiones fabricadas por ese estado y por Occidente, en escondites abandonados por los terroristas.
En medio de estos desafíos, el ejército nacional asegura que continuará la lucha hasta la liberación del terrorismo y la ocupación de cada palmo del territorio de Siria.
Fuente: Prensa Latina