La batalla en la región de Idleb es por la independencia de Siria

Damasco, SANA

Damasco, 26 feb (Prensa Latina) Pensar que la batalla en la provincia de Idleb es contra los intereses de Al Qaeda o de grupos terroristas vinculados, es obviar que los objetivos principales para destruir Siria parten desde los centros de poder de Estados Unidos y Europa Occidental.

Esos centros, además, están vinculados estrechamente con las monarquías de los petrodólares, el régimen sionista de Israel y aliados regionales con antiguos y antihistóricos sueños imperiales.

Las declaraciones de fe ( Shahadda), los gritos y de Al lahu Akbar (Alá es grande) son en lo esencial, las consignas del fanatismo y el extremismo de base confesional bajo los cuales se pretenden ocultar el patrocinio desde el exterior de la agresión de más de 100 mil terroristas, integrados a cerca de 90 grupos financiados con casi 140 mil millone de dólares contra esta nación del Levante, según datos oficiales.

Tras la recuperación de la iniciativa del Ejército sirio a partir de septiembre del 2015, luego de acuerdos jurídicamente legales con Rusia, las reglas del juego comenzaron a cambiar desde Washington, Londres, Paris o Ankara, en particular.

Las acciones extremistas como fuerza de choque principal, sufrieron un colapso evidente, concretado en el hecho de que Idleb fuera el último bastión organizado de los terroristas.

Nunca y bajo ninguna circunstancia, organizaciones como el Estado Islámico, Daesh en árabe, la Junta para la Liberación del Levante, otrora Frente Al Nusra o el Partido Islámico del Turkestán, formado esencialmente por mercenarios de la etnia china de los uigures, recibieron de Al Qaeda la financiación, equipamiento bélico o logístico para mantener casi nueve años de acciones contra Siria.

El impacto propagandístico desde Occidente sobre las muertes de Osama Bin Laden o Abu Bakr Al Baghddti no fue el motivo para derrotar a los grupos extremistas, amparados por el continuo abastecimiento en armas, efectivos y dinero desde los cerca de tres mil kilómetros de fronteras de Siria con Turquía, Iraq, Jordania o las tierras ocupadas por Israel en la sureña región de Quneitra.

Los métodos cambiaron y de una agresión indirecta por medio de los grupos terroristas se pasó abiertamente a la presencia de tropas estadounidenses y turcas como apoyo real y efectivo contra Siria en zonas de las provincias de Alepo, Hasaka, Idleb o la región de Al Tanef, conjugadas con el incremento de ataques israelitas con misiles y que suman más de 200 en los últimos dos años.

Por otro lado, admitir que en Idleb hay 60 mil efectivos extremistas, de ellos casi la mitad vinculados a Al Qaeda, es basarse en las fuentes antisirias, las cuales escamotean la realidad en el terreno porque el ExAl Nusra, el Daesh o el Partido del Turkestán se alejaron de ésta desde el 2012 y admiten que utilizan tal nombre como un método de acción no vinculante.

De igual forma, los miles de desplazados civiles en Idleb o de las recién liberadas áreas de la provincia de Alepo, significan un drama humano de magnitud y se recurre desde Occidente, incluso desde medios de Naciones Unidas, a exacerbarlo, sin tomar en cuenta los notables esfuerzos del gobierno sirio y Rusia para atenuarlo a través de cuatro corredores para que los pobladores puedan salir de las zonas en conflicto.

A estas alturas, cuando el Ejército sirio retomó casi dos tercios de los territorios ocupados por los extremistas en Idleb y Alepo, llamar a un alto al fuego es aceptar en la práctica, la salvación de las organizaciones terroristas y bloquear al máximo la defensa de la soberanìa e independencia de esta nación del Levante.

Por Pedro García Hernández 

Fuente: Prensa Latina

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