Damasco, SANA
Las acciones de Turquía en la provincia de Idleb violan los acuerdos de Sochi, Rusia y Astaná, Kazajastán, escalan tensiones y obvian desde posiciones de fuerza, negociaciones transparentes en pro de la paz, según precisiones del gobierno sirio.
Los más recientes hechos en el terreno, ocurren justamente cuando el ejército sirio basado en el derecho de defender un territorio invadido por terroristas, contraataca en Idleb y en áreas de la vecina provincia de Alepo, obtiene éxitos y acorrala a los elementos terroristas.
En Idleb, una provincia de seis mil 97 kilómetros cuadrados y algo más de dos millones de habitantes, la Junta para la Salvación del Levante, otrora Frente Al Nusra, el Partido del Turkestán, formado por mercenarios de la etnia china de los uigures, entre otros, controlan cerca de dos tercios del área total.
Desde sus posiciones atacan indiscriminadamente zonas civiles e impiden la utilización de tres corredores humanitarios para la evacuación de pobladores, medidas contempladas en los acuerdos indicados.
A esos grupos se une el denominado Ejército Nacional, respaldado por Turquía e integrado fundamentalmente por remanentes del otrora Ejército Libre Sirio, cuyos efectivos utiliza Ankara como fuerza de choque contra los grupos kurdos en el norte de esta nación del Levante, en una no extraña mediación o apoyo de Estados Unidos.
Turquía, por medio del presidente Recep Tayyip Erdogan, mantiene acusaciones contra Siria de ser los violadores de los acuerdos de distensión y ahora exige la retirada de las tropas gubernamentales fuera o cerca de los 15 puestos de control establecidos desde el 2017 en la propia Idleb o en la frontera administrativa con Alepo.
Dicho puntos fueron establecidos poco antes de la llamada operación Rama de Olivo y que permitió, ilegalmente, ocupar más de cinco mil kilómetros cuadrados del norte de la provincia de Alepo y parte de la frontera con la de Hasaka.
Desde entonces, aún en medio de negociaciones con Rusia y que permitieron crear una zona de distensión en las áreas mencionadas, Turquía no ha dejado de promover el desalojo de pobladores originales y de instalar sus infraestructuras y centros de control administrativo en ciudades sirias como Jarablus o Afrín, entre otras.
Las denuncias conocidas, incluso de terroristas detenidos, indican que las fuerzas turcas obligan a los jóvenes a incorporarse al Ejército Nacional ya mencionado, con un pago mensual de 100 dólares, les trasiegan armas y equipamiento y asumen acuerdo tácticos y estratégicos con el antiguo Al Nusra y el Partido del Turkestán.
En la abundante desinformación mediática sobre el tema, las autoridades turcas no aluden ni siquiera ahora, a enfrentamientos con grupos kurdos sino que atacaron zonas donde están desplegados efectivos sirios de la 25 división, precisamente las fuerzas que más éxitos obtiene contra los grupos terroristas en Idleb
De hecho, mientras Moscú llama a la moderación y al respeto turco a los acuerdos de Sochi y Astaná, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció el respaldo a las acciones turcas y cuyo mandatario visitó Ucrania hace algunos días, donde reiteró el desacuerdo con la reincorporación de Crimea al territorio nacional de Rusia y canceló patrullajes conjuntos en las zonas de distensión, nunca respetadas por los grupos terroristas.
La escalada de tensiones puede tener imprevisibles consecuencias, exige sensatez entre las partes involucradas y el absoluto respeto a los derechos soberanos de esta nación del Levante, tal y como declaró el Ministerio sirio de Relaciones Exteriores.
Por Pedro García Hernández
Fuente: agencia Prensa Latina