Damasco, 6 ago (SANA) Los militares estadounidenses acantonados en Níger hicieron hoy mutis por el foro con más penas que glorias, dos meses antes de la fecha fijada para su retirada a petición expresa de los anfitriones.
La historia de la presencia castrense de Washington en este país sin costas del occidente africano es la de un declive en barrena desde el derrocamiento manu militari, aunque incruento, del expresidente Mohammed Bazoum, el 26 de julio del año pasado, por “mala gestión” y el establecimiento de una junta castrense de oficiales jóvenes.
El Pentágono vio con inquietud la entronización de las nuevas autoridades, sobre todo cuando constataron que, desde el inicio mismo de su gestión, contaron con el apoyo de la población y mostraron identificación con los gobiernos provisorios de Mali y Burkina Faso, también llegados al poder por la misma vía.
Tanto el Ejecutivo de Bamako, como el de Ouagaadougou, mostraron temprano aristas díscolas respecto a Francia, su exmetrópoli colonial, y, peor aún, resistían las amenazas de intervención militar de la Comisión Económica de Estados de África Occidental (Cedeao).
Pocas semanas después, los tres gobiernos respondieron con la creación de un ente a su medida: la Alianza de Estados del Sahel (AES), signo evidente de radicalización y reto abierto a los poderes que en África son.
Ante una posible colisión militar de resultado impreciso, la Cedeao bajó el tono y desestimó la demanda de la reinstalación en el poder al defenestrado Bazoum, que a estas horas estará pensando en lo frágil que son las alianzas cuando se imponen las razones de Estado, que dirían los cardenales Richeliu, Talleyrand y Mazarino si viviesen aún.
Pero, en el caso de Níger, la delicada situación se agravó aún más cuando una delegación mixta de militares y funcionarios del Departamento de Estado de Estados Unidos visitó la capital de Níger y conminó, sin ninguna ceremonia, al Gobierno a criticar y condenar la operación especial rusa en Ucrania.
Los trascendidos refieren que los nigerinos, luego de recibir el ultimátum, olvidaron la tradicional cortesía y amabilidad africana y, tras dejarles en claro a sus huéspedes que ni en sueños adoptarían tal conducta, les enseñaron la puerta de salida sin pedirles que volvieran pronto, como suele hacerse por mera cortesía.
Para dar más fuerza al repudio que les merece la arrogancia de los intempestivos visitantes norteños, apenas horas después comenzaron a llegar a Niamey grupos de especialistas militares rusos que fueron alojados, para sumar ironía al insulto, en las instalaciones de las bases militares estadounidenses a medida que eran evacuadas.
¿Signo de los tiempos? ¿Arreglo de cuentas africanas por el tradicional respaldo de Washington a las expotencias coloniales contra los movimientos de liberación nacional en el llamado continente negro, mientras los rusos les ofrecían un apoyo multifacético?
Quién sabe; lo único cierto ahora y aquí es que Washington y los restantes miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte cada vez más pierden pie en el que ha dado en llamarse continente del futuro por su potencial humano y de recursos naturales, y esos son malos augurios para las potencias occidentales.
Fuente: Prensa Latina