Alepo, 20 jul (SANA) El esplendor artesanal de Alepo se percibe en cada rincón de esta milenaria ciudad, desde los antiguos mercados hasta los viejos caravasares adyacentes a su histórica ciudadela.
A lo largo de los siglos, el nombre de esta ciudad, considerada una de las 5 más antiguas del mundo, siempre ha estado asociado a su famoso jabón de laurel (Ghar, en árabe), que se sigue fabricando hasta el día de hoy con una técnica ancestral.
Historia e Identidad
Algunas fuentes históricas confirman que el jabón de Alepo es el más antiguo jamás elaborado en la Tierra, y su fabricación se remonta al año 2000 a.C.
Una de las razones más importantes de la singularidad de Alepo en la elaboración de este tesoro es la abundancia de olivo y laurel. Su producción en grandes cantidades inició en el siglo XIII d.C., y los europeos intentaron crear un producto similar al jabón de Alepo al que llamaron “jabón de Marsella”.
Origen y Características
El origen del nombre “jabón de laurel” se remonta al árbol de hoja perenne laurel, conocido por sus beneficios e importancia desde la antigüedad. El laurel fue mencionado en la civilización griega, donde usaban sus ramas como coronas para la victoria.
Sus componentes son el aceite de oliva en su máxima pureza sobreengrasado con aceite de laurel y mezclado con hidróxido de sodio, siguiendo un método tradicional. Se caracteriza por ser 100% natural y no incluir ningún ingrediente químico en su elaboración.
Rituales de la Industria
En invierno, comienza el proceso de elaboración de este producto natural – desde principios de diciembre hasta abril – y pasa por tres etapas principales:
La primera consiste en colocar el aceite de oliva y laurel en un recipiente grande que puede contener alrededor de cuatro toneladas. Una vez preparado el caldo, se le añade soda para transformarlos en sólidos y se hierve a una temperatura alta de 200 grados Celsius.
Luego, se vierte sobre un suelo rodeado de un marco de madera para que el jabón no resbale mientras esté caliente.
Se deja secar en el lugar por varios días, y entonces comienza la etapa de corte. Los trabajadores ponen las pastillas del producto en forma de una pirámide para que las piezas se sequen más rápido.
Posteriormente, se deja durante algunos meses hasta que el producto gane dureza y se vuelva apto para el envasado.
Reinas y Leyendas
Se sabe que la reina de Egipto Cleopatra gozaba de una belleza natural. Uno de los secretos de su encanto legendario era el jabón de laurel. Mientras tanto, Zenobia, reina de Palmira, conservaba cubos de jabón en su gabinete de belleza.
Los fenicios, al igual que los romanos, utilizaron este producto, que se trasladó a Europa a finales de las Cruzadas, según afirman algunas fuentes históricas.
Prosperidad antes de la guerra
Antes de la guerra, había aproximadamente 150 instalaciones autorizadas para la fabricación de jabón, la mayoría en Alepo y sus alrededores, debido al clima seco y la disponibilidad de aceitunas y mano de obra experimentada.
De estas instalaciones, 50 tenían una producción limitada, mayormente para consumo local, con una producción anual entre 50 y 75 toneladas. Entre 50 y 75 instalaciones activas producían entre 300 y 700 toneladas anuales.
Además, había entre 4 y 5 instalaciones más grandes, cada una produce entre 2000 y 2500 toneladas al año.
Antes de la guerra, se exportaban anualmente alrededor de 600 toneladas de jabón de Alepo a varios países de Europa, Corea del Sur, Japón y otros.
Impacto de la Guerra
Después de que la guerra golpeara la ciudad de Alepo, la fabricación de jabón se volvió casi imposible. La ciudad perdió la mayoría de sus jabonerías, y muchos artesanos de este oficio se desplazaron a otras ciudades sirias o abandonaron el país en busca de nuevas oportunidades.
Turquía intentó crear un producto con la misma calidad y especificaciones que el jabón de Alepo, pero corrió la misma suerte que Francia y no consiguió su objetivo, ya que solo Alepo, con su tierra y clima únicos, es capaz de producir este tesoro de valor inapreciable.
Fase de Recuperación
En 2020, el aroma del jabón volvió a opacar el olor de la pólvora cuando el caravasar del jabón de laurel alepino (Khan Al-Saboun) en la ciudad vieja de Alepo resurgió tras ser restaurado y rehabilitado de la destrucción sufrida a manos de los terroristas durante su ocupación.
El Khan presentó el jabón de laurel más grande del mundo, con un peso de 1520 kilogramos, y su elaboración duró dos años.
Hace unos años, Alepo se asfixiaba entre el olor a pólvora y la muerte. Tal como la ciudad tiene una fuerte voluntad para recuperarse y resistir la guerra, su patrimonio también ha sido capaz de sobrevivir y revivir. Nuevamente, el olor a laurel se desprende con su fragante aroma por toda la ciudad.
Por Watfeh Salloum, exclusivo para SANA en Español