El Musaharati aún deambula por los barrios antiguos de Damasco durante Ramadán

Al escuchar su voz,  los niños del barrio se apresuran a los balcones de sus casas para ver a este hombre de puro corazón que la sonrisa nunca abandona su rostro, o algunos salen a pedirle que toquen el tambor como forma de diversión y alegría.

 Damasco, 28 mar (SANA)   A lo largo de 14 siglos, el mes sagrado del Ramadán ha sido testigo de un conjunto único de tradiciones que reflejan el mensaje espiritual de esta fiesta religiosa.

Algunas de esas tradiciones representativas del Ramadán es El Musaharti, una profesión arraigada que sigue viva y se transmite de generación en generación.

Profesión patrimonial

A pesar de la tecnología que ha entrado a cada casa en Siria, especialmente los teléfonos móviles, a través de los cuales cualquier persona puede programar un despertador para despertarse una hora antes del amanecer y comer el Suhur (la comida antes del alba), la profesión de El Musaharati mantiene su presencia cada Ramadán en los barrios antiguos de esta ciudad milenaria.

El Musaharti, quien se ofrece voluntariamente para despertar a los musulmanes durante los días del ayuno, se viste de su traje tradicional damasceno (el Qembaz), que consiste en una camisa tejida con hilos de seda en telar manual, Sarouel y “Kisriah árabe” zapatos típicos de cuero natural y lleva un tipo de pañuelo obre su hombro.

Especificaciones excepcionales

Los atributos que todo Musaharati debe poseer, consisten en tener fuerza física y buena salud ya que deben debe caminar largas distancias todos los días. También debe tener voz gruesa y excelentes pulmones, así como la paciencia y buenos modales.

Herramientas de El Musaharati

Como otras profesiones, tiene sus propias herramientas, una de las más importantes que refleja la especificidad de este trabajo es el tambor acompañado con un fino palo hecho de bambú con el que toca preciosas melodías con un ritmo especial.

También lleva una cesta de paja cubierta con una servilleta en la que recoge la comida “sekba”, aspecto social muy evidente de Ramadán  donde las familias de buen nivel adquisitivo, cocinan más comida de lo habitual y la envían a las familias más necesitadas.

Toca tres veces su tambor, luego comienza a entonar cánticos tradicionales y poemas de la cultura espiritual islámica para despertar a los fieles.

Al escuchar su voz,  los niños del barrio se apresuran a los balcones de sus casas para ver a este hombre de puro corazón que la sonrisa nunca abandona su rostro, o algunos salen a pedirle que toquen el tambor como forma de diversión y alegría.

Para estos menores El Musaharati se convierte en un personaje icónico que se escapó de los cuentos de Hada  o de los cuentos de Las mil y una noches.

El Musaharati y Damasco

En los barrios antiguos de Damasco como Al-Qaymiriya, Sarouja, Al-Midan y otros, esta profesión sigue siendo el principal protagonista  del mes de Ramadán, donde cada noche los Musaharati  rompen  suavemente el silencio nocturno con sus voces armónicas y con sus frases tradicionales:

“Despertad para comer tu Suhur”

“Ramadán ha venido a visitarte”

“Ramadán es el mes de la bondad”

Eidiya (Aguinaldo)

Tras el final del Ramadán llega Aíd al Fitr, la fiesta del Fin del Ayuno y en su primer día, a las nueve de la mañana, El Musaharati toca su tambor, llama a las puertas de las casas y toma su Eidiya, que es una suma de dinero que abonan cada uno de los vecinos del barrio según sus posibilidades.

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