Las aberrantes declaraciones públicas, por parte de un alto directivo de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), no pueden más que suscitar nuestra supina condena y enérgico repudio. Grave es que haya quienes lo piensen, más grave aún es el desparpajo de expresarlo públicamente.
Damasco, 05 feb (SANA) Cerrando la semana hábil, nos hemos visto sorprendidos con unas gravísimas declaraciones en redes por parte del vicepresidente segundo de la DAIA, Sergio Pikholtz, quien posteó el jueves en su cuenta personal de X (ex Twitter):
“Como repetimos incansablemente no hay civiles inocentes en Gaza, tal vez sólo los niños de menos de cuatro años. Sin piedad con los asesinos de judíos”
Su mensaje, no solo busca negar la matanza indiscriminada de civiles palestinos en Gaza que se viene desarrollando en forma continua desde el 7 de octubre último, y que configura un auténtico genocidio, sino que a su vez valida el asesinato sin piedad de todo aquel “culpable” de oponerse, aunque sea con su mera existencia, al proyecto de expansión y limpieza étnica de Palestina bajo el proyecto expansionista del régimen ocupante de Israel.
A su vez, parece ser que según los humanitarios criterios del Sr. Pikholtz, para ingresar en ese muy amplio grupo de “culpables” solo basta como requisito el hecho de ser palestino y haber alcanzado la peligrosísima edad de 5 años.
En el marco de los brutales bombardeos aéreos y marítimos sumados a la acción del ejército regular del régimen israelí en tierra y su maquinaria bélica, la situación de la población gazatí se agrava a cada segundo, reflejada por el contador de mártires palestinos que no para de correr.
Con los últimos guarismos que dan cuenta de más de 28.000 civiles asesinados (12 mil de ellos niños = 43%; y 8 mil mujeres = 28%, sumando más del 70% del total), no es necesario ser un analista geopolítico, ni mucho menos un “opositor al régimen de Israel” para entender que esa cifra de víctimas no-combatientes, en el escaso período de 90 días, significa 311 asesinados por día, es decir, 1 cada 5 minutos.
Mas alarmante aún es comparar estos datos de Gaza con la situación bélica en curso en Ucrania, donde en efecto, SÍ se trata de una auténtica guerra con dos ejércitos enfrentados desde hace 22 meses, y donde hacia fines de noviembre último, organismos oficiales de la ONU, daban cuenta de la otra triste cifra de 10.000 civiles asesinados, (entre ellos 560 niños). Es decir que, en Gaza, el genocidio sin parangón a manos de Israel y su brutal maquinaria de exterminio ha logrado asesinar a casi el triple de mártires en un séptimo (1/7) de tiempo.
Militando el genocidio
Ante el descrédito internacional que ha surgido como una natural y sana consecuencia ante esta impune acción criminal en curso expuesta a los ojos del mundo, mediante el repudio de multitudinarias manifestaciones sociales en las principales ciudades de todo el globo, defender o pretender validar la acción del victimario y buscar convertirlo en víctima ante la opinión pública con palabras como las vertidas por el Sr. Pikholtz, no solo va en contra de todo principio de humanismo y solidaridad, sino que representa un criminal mensaje de irrestricto apoyo al genocidio, la limpieza étnica, y más específicamente a la matanza de niños.
Seguramente el inmediato malestar y las consecuentes múltiples expresiones institucionales de repudio tras su posteo, llevaron a que alguien llamara la atención del mencionado, puesto que, horas después de su publicación, eliminó el tuit y además configuró “en privado” su perfil.
Si bien posteriormente, la DAIA obligó al Sr. Pikholtz a tomarse licencia de su cargo, según confirmó dicha entidad este viernes mediante un comunicado que habla de sus “desafortunadas expresiones”; es evidente que el daño ya está hecho.
La careta se cayó. Lo que algunos llamarían “honestidad brutal” hoy ha quedado expuesto como lo que realmente es: la aberrante expresión de pensamientos criminales y cargados de odio racista, fundamentalista y genocida.
Grave es que haya quienes lo piensen, más grave aún es el desparpajo de expresarlo públicamente.