Consejo de Seguridad: la mesa donde faltan sillas y sobran vetos

Cambiar las Naciones Unidas ha sido una demanda histórica de las últimas décadas, pero la mayoría de los intentos se han quedado en letra muerta ante los obstáculos que impone el principal contribuyente de la organización. Sin embargo, la situación en Gaza podría marcar un punto de giro.

Damasco, 22 ene (SANA)  Quien levanta la mano en nombre de Estados Unidos para emitir un veto olvida que la carta de las Naciones Unidas dice en su primera línea “nosotros los pueblos” en lugar de “nosotros los gobiernos”; pero vivimos en un mundo donde se naturaliza el desastre. Es así como una persona, en representación de un país, paraliza una votación para oponerse a la decisión colectiva de otros estados,  y de esta forma propicia que del otro lado del planeta un ejército siga masacrando a miles de civiles.  Es así como ha funcionado el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas respecto a Gaza.

Desde el  pasado 7 de octubre Estados Unidos ha vetado en dos ocasiones  las resoluciones que exigen “un alto el fuego humanitario inmediato” en la Franja.  Washington da luz verde a todo el genocidio en Gaza cada vez que usa el “veto” argumentando que las resoluciones presentadas no reconocen el derecho de “Israel” a defenderse.

La Asamblea General, por su lado, aprobó recientemente una resolución que intenta frenar las operaciones israelíes. La votación del órgano mundial fue de 153 a favor, 10 en contra y 23 abstenciones. Aunque los medios internacionales reflejaron el hecho como un apoyo mayoritario al pueblo palestino, lo cual no deja de ser cierto, poco se dijo sobre la utilidad práctica de una resolución no vinculante. Un dictamen que no obliga a “Israel” a detenerse.

Luego de esta votación y ante la presión internacional, el Consejo de  Seguridad volvió a reunirse el viernes 22 de diciembre y aprobó una resolución para el envío inmediato de más ayuda humanitaria a la Franja de Gaza pero que no incluye el alto el fuego.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, participaron personalmente en las negociaciones sobre el texto, del cual se eliminó la moción propuesta inicialmente por Emiratos Árabes Unidos que pedía una suspensión urgente de las hostilidades. Una vez más Washington evidenció a  todas luces su apoyo a Tel Aviv mientras  Naciones Unidas volvió a demostrar su incapacidad para resolver la catástrofe que hoy vive la Franja de Gaza

¿Qué se necesita para frenar el genocidio contra el pueblo palestino?  Otra ONU, una organización que deje de privilegiar el veto de unos pocos y de anular la voluntad de las mayorías. Así  lo reconoció el  secretario general Antonio  Guterres  en su discurso de apertura de la 78ª Asamblea General, “El mundo ha cambiado, pero nuestras instituciones siguen siendo las mismas”.     

También lo dijo  Gabriel  Boric, presidente de Chile, ante  este nuevo episodio de Estados Unidos para defender a “Israel”: “Es urgente una reforma estructural a la ONU. El mundo ya no es el de 1945”, escribió el mandatario en la red social X.

En ese mismo sentido ya se había expresado el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva desde que Washington bloqueó la primera resolución: “Solo un país tuvo derecho a vetar y la vetó [la propuesta], y fue Estados Unidos. Esto es incomprensible, no es aceptable. Por eso luchamos para cambiar la ONU” y agregó: “Por eso queremos cambiar el número de [miembros] y cómo funciona y acabar con el derecho de veto”.

Cambiar las Naciones Unidas ha sido una demanda histórica de las últimas décadas. Jefes de estado, secretarios generales  de la propia organización, académicos y políticos se han referido al tema con propuestas  concretas   ante  la inoperancia de la ONU para el mantenimiento de la paz, teniendo en cuenta los  conflictos de los últimos años. No obstante, la mayoría de los intentos se han quedado en letra muerta ante los obstáculos que impone el principal contribuyente de la organización.

La organización que surgió después de dos guerras

La creación de la ONU respondió a un contexto marcado por el fin de la  Segunda  Guerra Mundial.  De acuerdo con varias fuentes históricas, representantes de 50 países se reunieron en San Francisco en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional del 25 de abril al 26 de junio de 1945. Allí se redactó  la Carta de la ONU, que sería la base conceptual de la nueva organización internacional, cuyo principal objetivo radicaba en impedir otra confrontación mundial.

“Así, a las potencias vencedoras en el conflicto se le otorgaron ciertos privilegios en el interior de la nueva institución internacional, en particular en uno de sus órganos fundamentales: el Consejo de Seguridad. Por tanto, Estados Unidos, la Unión Soviética, China, Francia y el Reino Unido se convirtieron en los únicos cinco miem­bros permanentes del Consejo de Seguridad con el derecho de veto, esto es, la facultad de paralizar cualquier debate o decisión que pudiera afectar sus intereses.”

Los  padres fundacionales de  la ONU consideraron en su momento que esa era la forma mantener a las principales potencias internacionales dentro de la organización, algo que no había sucedido con su antecesora, la Sociedad de las Naciones.

Actualmente los principales órganos de Naciones Unidas son la Asamblea General, el Consejo de Seguridad, el Consejo Económico y Social, el Consejo de Administración Fiduciaria (que cesó sus operaciones en 1994), la Corte Internacional de Justicia y la Secretaría de la ONU. Cada uno responde a ciertas particularidades en su funcionamiento y estructura, pero el Consejo de Seguridad  resulta el más polémico en cuanto a las transformaciones. Este organismo cuenta en la actualidad con 15 miembros (5 permanentes y 10 no permanentes).

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