Se cumplen dos años desde que Joe Biden asumió el cargo de presidente de Estados Unidos. Hasta ahora, no hay señales de que su Administración busque fortalecer las relaciones con una región que es clave para su país: América Latina.
Damasco, 21 ene (SANA) El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en más de una ocasión ha invitado a su homólogo estadounidense a consolidar de manera económica a toda América para volverla autosuficiente. La petición, sin embargo, ha quedado en oídos sordos.
“La propuesta es integral, implica consolidarnos como región económica en el mundo, fortalecer la hermandad en el continente americano, respetar nuestras diferencias y nuestras soberanías, y que nadie se quede atrás”, dijo el mandatario mexicano al recibir a Biden durante la X Cumbre de Líderes de América del Norte, realizada a inicios de enero.
“Creo que la estrategia general de Joe Biden es regresar al multilateralismo y fortalecer las relaciones con sus aliados, pero no hay una estrategia precisa que vaya hacia América Latina”, opina la también investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En este mismo tenor se expresó la doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM María Cristina Rosas en entrevista para Sputnik. La especialista considera que este desinterés se observa incluso en México, que, a pesar de ser un país “prominente para muchos temas”, en realidad “México no está colocado en un nivel de prioridad alto en la política mundial de EEUU, y el resto de América Latina, menos”.
“No somos prioridad. Para Estados Unidos, hay otras regiones que resultan más prioritarias: Medio Oriente, Europa, Asia, pero América Latina es considerado un vecindario. Si bien es cierto para EEUU puede ser importante en diversas materias (fortalecimiento de la democracia, comercio, concertación política), la realidad es que la relación está muy desdibujada”, opina la presidenta del Centro de Análisis e Investigación sobre Paz, Seguridad y Desarrollo Olof Palme AC.
Parte del problema, sugiere la internacionalista, es que la región no ha demostrado a EEUU “que tenemos muchas cosas a nuestro favor”, y a pesar de no ser “una región tan violenta como Medio Oriente o como África”, “no hemos sabido captar la atención de Estados Unidos”.
La oportunidad de China
Este desinterés de parte de Washington ha permitido que Pekín se posicione como uno de los principales aliados estratégicos de América Latina, sobre todo de países como Costa Rica, Chile y Argentina, coinciden ambas especialistas.
“China es el país que domina en el cono sur y eso habla de un declive de la influencia de Estados Unidos”, considera la doctora María Cristina Rosas, quien califica al país asático como “un gigante al que EEUU no puede controlar”.
“A quienes sí podrían controlar o sobre quienes podrían tener más influencia son los países latinoamericanos. pero a estas alturas creo que parece que Biden o EEUU tendrán que bajar los brazos porque el peso o las consecuencias de haber dejado de poner atención a América Latina lo estamos viendo ahorita, y China ha forjado relaciones ya muy estructuradas con la región que va a ser difícil desmantelar”, indica Rosas González.
Desde 2013, Pekín ha dado un fuerte impulso a economías de todo el mundo con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, con la cual se espera la presencia de empresas chinas en 149 países, con un intercambio comercial cercano al 60% del PIB mundial, y que además incluye proyectos de infraestructura patrocinados por China en los países que suscriben al acuerdo.
En este sentido, Washington “no se están dando cuenta de la gran influencia que tiene China en la región porque es una región que da por sentada”, opina la doctora Estefanía Cruz. Esto a pesar de que, sostiene, algunos países latinoamericanos podrían ser clave para que Estados Unidos implemente el near shoring y reduzca su dependencia de las industrias chinas.
Parte del distanciamiento entre Estados Unidos y América Latina también se explica por el apogeo de los Gobiernos de izquierda en la región, los cuales “a veces no se acompasan con los proyectos que podría tener Estados Unidos”, aunque tampoco entran en una confrontación directa porque “la región también siente cierto compromiso con el proyecto hegemónico estadounidense”.
“La izquierda latinoamericana ha cambiado muchísimo su perspectiva hacia Estados Unidos: no es tan aguerrida como lo era antes. Sus reformas son más de carácter social, de mejorar la calidad de vida, distribuir la riqueza, cosas que no necesariamente se confrontan con el proyecto hegemónico de Estados Unidos”, señala la experta.
Distanciamiento sin independencia
Cruz Lera advierte que, pese al discurso, Estados Unidos aún mantiene un control e influencia importante en la región, siendo México el ejemplo más ilustrativo. Durante la reciente Cumbre de Líderes de América del Norte, realizada en la Ciudad de México, la Casa Blanca informó que se abriría un centro de control migratorio en la frontera sur mexicana con capital privado, es decir, sin recursos del Gobierno de México, algo que el presidente López Obrador negó casi de inmediato.
“Él [López Obrador] puede decir que ya no depende de Estados Unidos, pero en el momento en que Estados Unidos presiona en materia comercial, en materia energética, que amenazan con cerrar la frontera, que amenazan con deportaciones masivas, eso se convierte en un elemento de coerción. Y entonces los presidentes se quedan en el plano discursivo, pero en el plano de las acciones siguen dependiendo de las políticas estadounidenses”, sostiene la especialista.
El tema migratorio es una de las críticas más duras que ha recibido Joe Biden, ya que, tras el levantamiento de las restricciones por COVID-19, y a pesar de seguir vigente el Título 42, los ingresos irregulares al territorio estadounidense han subido hasta sumar más de dos millones de migrantes detenidos durante el año fiscal 2022.
Revistas como Foreign Policy advierten que el flujo de cubanos que llegan a Estados Unidos de manera ilegal ha superado los niveles vistos en el Éxodo de Mariel, en 1980, y en la crisis de los Balseros de 1994, a pesar de que la mejora las relaciones bilaterales económicas con Cuba fue uno de los primeros compromisos que adoptó Biden.
“En Florida hay una maquinaria política en contra del Gobierno cubano. Es tanto el poder político, económico y social que tienen los cubanos exiliados de la isla, que van a frenar todas las estrategias que provengan de la isla”, explica Estefanía Cruz.
A esto se suma que, al ser un país considerado “enemigo” por su ideología política, se complica el cabildeo interno para promover políticas que favorezcan a Cuba, pese a que el propio Biden fue vicepresidente cuando Barack Obama decidió reanudar relaciones bilaterales, recuerda la investigadora María Cristina Rosas.
“Los consensos políticos que Biden pueda gestionar al interior de Estados Unidos son como un grillete que le impide proyectar liderazgo en América Latina y el Caribe, y cuando se tocan temas de política exterior, por ejemplo en el Congreso de Estados Unidos, la prioridad no somos nosotros, es Taiwán, es Corea del Norte, es Irán, por supuesto Rusia, Ucrania, pero nosotros no figuramos”, señala Rosas González.
Otro ejemplo de países “enemigos” con los que EEUU intenta negociar es Venezuela, donde aparentemente existe una intención para reducir las sanciones impuestas al Gobierno de Nicolás Maduro, con lo cual Washington podría volver a comerciar con empresas energéticas venezolanas en un contexto de crisis energética global.
En este contexto, la doctora Estefanía Cruz considera que se trata de una visión “pragmática” que no implica un respaldo a Caracas, aun cuando Estados Unidos ya no apoya a los opositores liderados por figuras como Juan Guaidó.
“Hay que ser muy claros con Estados Unidos, como lo han dicho en la historia sus presidentes: Estados Unidos no tiene amigos, Estados Unidos tiene socios”, recuerda la internacionalista mexicana.
Por su parte, María Cristina Rosas sugiere que “habrá acercamientos más decisivos con Venezuela”, pero “todo va a depender de la coyuntura interna en EEUU”, pues, en la práctica, Venezuela sigue siendo excluido como país democrático como ocurrió en la última Cumbre de las Américas, realizada en junio pasado, y en la que el presidente López Obrador se negó a participar precisamente por la ausencia de Caracas y países como Cuba y Nicaragua.
Futuro de América Latina y EEUU
Las proyecciones para el futuro de las relaciones entre la Casa Blanca y América Latina parecen centrarse en dos puntos: Colombia, que se convierte en uno de los socios más importantes para la Administración Biden, y el litio, un mineral estratégico que cobrará relevancia en los siguientes años, afirma Estefanía Cruz.
“Estados Unidos está muy interesado en el litio y México tiene una estrategia para nacionalizar el litio, pero nosotros no podemos nacionalizar el litio sin pensar a quién le vamos a vender ese litio; no tenemos capacidades de extracción, capacidades de procesamiento del litio, de transformación. No lo podemos transformar, por ejemplo, en baterías o en microconductores sin la dependencia de Estados Unidos”, advierte la académica.
Asimismo, observó que Washington podría enfocarse en controlar el expansionismo chino, e incluso el europeo, para mantener a Estados Unidos como la figura económica hegemónica en América.
“Creo que habrá muchísima presión por el lado de China, de evitar que Pekín tenga más control en la región, de consolidarse comercialmente, de afianzar lo que son los recursos estratégicos para Estados Unidos que ya no solamente es el petróleo: también están las tierras raras. Como sabemos, hay grandes yacimientos de minerales estratégicos en Bolivia, Perú y México. Todavía hay intereses geopolíticos en América Latina”, concluyó Cruz Lera.
En tanto, la doctora María Cristina Rosas considera que el pronóstico es reservado en las relaciones entre EEUU y América Latina, ya que todo indica que Washington sólo atenderá la región cuando surja alguna crisis política, como la ocurrida en Brasil, el pasado 8 de enero, cuando se intentó un golpe de Estado en contra del presidente Luis Inacio Lula Da Silva, puesto que “Biden ha hecho del tema de la democracia un leitmotiv de su administración” tras el asalto al Capitolio de 2021.
“Al menos que ocurra una crisis como esa [la de Brasil] o peor, Estados Unidos no nos va a voltear a ver, y eso es malo”, opina la internacionalista, quien agrega que esto afectará aún más la pérdida de liderazgo estadounidense en la región, perceptible en la respuesta que dio durante la pandemia de COVID-19.
“Si bien Estados Unidos dio algunos apoyos, no fue líder en la respuesta contra COVID. Nuestros países tuvieron que rascarse con sus uñas. China entró al quite, Rusia entró al quite, la verdad es que ahí Estados Unidos otra vez se vio muy disminuido y muy débil en su proyección de liderazgo ante una ventana de oportunidad que fue la pandemia”, concluye Rosas González.
Fuente: Sputnik