“Lo que hemos visto con las sanciones al gas natural [ruso] es que no funcionaron como lo tenían previsto. Más bien quienes terminaron pagando por esas sanciones fueron los mismos ciudadanos de los países que lo impusieron, y ese es uno de los grandes problemas: no puedes intentar sancionar a un país del cual dependes de sus exportaciones”
Damasco, 28 dic (SANA) A partir del 1 de febrero, Moscú dejará de vender crudo a los países que han decidido intentar castigar a la economía rusa a través de un precio límite máximo del petróleo, el cual quedó en 60 dólares por barril transportado por mar.
La decisión responde al tope de precios que fijaron los países del G7 y la Unión Europea al petróleo ruso a principios de diciembre, como un intento de afectar los ingresos de Rusia y, de alguna manera, incidir en el conflicto de Ucrania.
No obstante, analistas advierten que estas medidas no serán útiles por diversos factores. Uno de ellos es que Rusia concentró sus exportaciones en países que no adoptaron sus sanciones. Otro, que Estados Unidos no tiene la capacidad para suplir la demanda del petróleo ruso, ya que sus expectativas de producción han bajado.
En entrevista con Sputnik, el economista especializado en mercado energético, Alonso Romero, aseguró que el país norteamericano no tiene la capacidad para suplir la demanda del petróleo ruso y podría “abandonar a Europa” en cuanto llegue a su límite de producción.
“En el momento que Estados Unidos considere que hay un riesgo muy fuerte para su economía, un riesgo real y fuerte, abandonará a Europa. El Partido Demócrata no va a permitir que se vea realmente afectado el ciudadano estadounidense”, opina el maestro en Mercados y Finanzas Energéticas por la Universidad de Edimburgo.
Para el analista, el riesgo de que esto suceda en el primer semestre del 2023 es alto debido a las cifras actuales. En un informe de la Agencia de Información sobre Energía de Estados Unidos, publicado el 21 de diciembre, se reportó que los inventarios comerciales de sus reservas bajaron 5,9 millones de barriles, cuando los analistas en realidad esperaban un aumento de 2,5 millones de barriles, según estimaciones de Bloomberg.
Las estimaciones del Gobierno de Joe Biden indican que la producción petrolera estadounidense aumente durante 2023, pero durante este año bajaron sus expectativas de producción varias veces al grado que, para el próximo año, solo esperan un crecimiento del 21%, equivalente a 480.000 barriles extras por día para un total de 12,31 millones de barriles.
Este incremento estaría por debajo de los 500.000 logrados este año y a la mitad de los 900.000 que generó antes del conflicto, según información de Reuters.
Las reservas estratégicas tampoco van bien, pues reportaron un fenómeno similar: cayeron 3,6 millones de barriles hasta llegar a su nivel más bajo desde diciembre de 1983, lo que obligó al presidente Biden a realizar compras para reabastecer sus reservas.
A esto se suma la disminución generalizada de la inversión para mejorar la tecnología petrolera. Tan solo en 2021, entidades como la banca europea, Barclays y HSBC disminuyeron los recursos que destinaban a este rubro entre un 27% y un 30%.
Esta situación explica por qué Estados Unidos comienza a retomar sus relaciones comerciales con países como Venezuela en busca de un suplente de petróleo, según la interpretación de Alonso Romero, quien también es ingeniero en Desarrollo Sustentable del Tecnológico de Monterrey.
“Lo que hemos visto con las sanciones al gas natural [ruso] es que no funcionaron como lo tenían previsto. Más bien quienes terminaron pagando por esas sanciones fueron los mismos ciudadanos de los países que lo impusieron, y ese es uno de los grandes problemas: no puedes intentar sancionar a un país del cual dependes de sus exportaciones”, considera el especialista.
Según estimaciones de Bloomberg, la producción promedio de Rusia alcanzó los 10,9 millones de barriles diarios en noviembre, la cifra más alta en los últimos ocho meses. A nivel anual, la producción podría aumentar hasta 535 millones de toneladas, de acuerdo con cifras de Novak.
Parte de esto responde a que Rusia ha encontrado en países aliados como la India y China a compradores que no solo rechazan el tope de precios, sino que además tampoco suscriben las sanciones económicas.
China, el factor clave
Alonso Romero considera que China será un factor clave para el mercado energético durante 2023. Si ocurre una reactivación económica completa por la suspensión total de las medidas sanitarias contra COVID-19, se aumentaría considerablemente la demanda de energéticos, al menos, más que la que se vio en 2022 con el país asiático y sus reactivaciones escalonadas.
“Occidente le está apostando a que Rusia se quede sin dinero y Rusia le está apostando a que los europeos se queden sin energéticos y que Estados Unidos no pueda suplir todo este tipo de energías”, afirma el experto.
Se prevé que, en caso de una reactivación total de la economía china, el precio del barril de petróleo podría superar nuevamente los 100 dólares (con tope a 150 dólares), según estimaciones del doctor Gal Luft, codirector del Instituto de Análisis de Seguridad Global y consejero principal del Consejo de Seguridad Energética de Estados Unidos.
Lo anterior afectaría nuevamente el mercado energético europeo, que no sólo enfrenta una dura crisis energética con altos costos en los servicios básicos, sino también la amenaza latente de una desindustralización, especialmente en Alemania.
Dicha amenaza ha sido reconocida por grandes actores de la industria automotriz, como es el caso de Thomas Schäfer, jefe de marca de Volkswagen en Alemania, quien advirtió que, debido a la crisis energética, “en el plano internacional, Alemania y la Unión Europea están perdiendo competitividad rápidamente”.
“Estamos flotando en el agua. Estoy muy preocupado por las inversiones para la transformación de la industria. Esto debe ser prioridad con urgencia, no de forma burocrática, sino consistente y rápida”, escribió Schäfer en su cuenta de Linkedin.
En este sentido, Romero estima que existen posibilidades de que haya un escenario en el que Washington y Europa reculen de las sanciones económicas contra Rusia, no directamente, pero sí con presión para que Ucrania resuelva el conflicto de manera diplomática y, de este modo, se pueda comerciar con Moscú.
“El G7 le apuesta al tiempo. Ellos creen que tienen más tiempo y EEUU va a querer utilizar su reserva estratégica. Pero yo creo que el tiempo está de lado de Rusia y a mediados de año podríamos ver al G7 hacerse para atrás, no de manera directa, pero sí con presión a Ucrania”, concluye el también exasesor de la Comisión Reguladora de Energía de México, una de las mayores potencias petroleras del mundo.
Fuente: Sputnik