Bardaisan, el padre de la poesía siríaca, a 1861 años de su natalicio

Damasco, SANA

Pese a los tambores de la guerra contra Siria, la cultura siria se viste de largo hoy para festejar el aniversario mil 861 del nacimiento de Bardaisan, considerado como el padre de la poesía siríaca.

Escritor, poeta y filósofo de origen asirio nacido en el siglo II, Bardaisan dejó una considerable obra literaria entre los que destaca su libro Diálogo sobre el destino o el Libro de las leyes de los países.

Esta obra es una de las primeras registradas en la literatura en siríaco, así como una de las de mejor estilo y composición conceptual, según sus estudiosos.

Reconocido como un erudito de su tiempo, su formación abarcó la filosofía griega, el pitagorismo, estoicismo, neoplatonismo, astrología caldea y extensos conocimientos etnográficos de culturas tan alejadas de su entorno como los brahmanes y budistas de la India, los bretones de Inglaterra, entre otros estudios.

La lengua siríaca, empleada por Bardaisan, también llamada asiria o caldea, es un conjunto de dialectos del arameo, un idioma semítico hablado en Oriente Medio, que llegó a ser la principal lengua literaria del Medio Oriente hasta el VIII.

Se convirtió en un vehículo de transmisión cultural y religiosa del cristianismo ortodoxo sirio, difundiéndose a través de Asia, hasta lugares tan lejanos como las costas de la India y el oriente de China.

A Bardaisan se le atribuye la autoría de más de ciento cincuenta himnos religiosos, en los cuales hace llegar su particular visión y comprensión filosófica gnóstica, los que por su reconocida belleza, perduran en la memoria histórica de estas tierras.

Algunos historiadores consideran que Bardaisan puede ser contemplado como el primer humanista cristiano que intentó conciliar el problema del mal y de la libertad humana con la premisa de la existencia de Dios.

Considerado como uno de los iniciadores del cristianismo primitivo, este filósofo asirio describió en su obra al ser humano como un compendio de cuerpo, alma y espíritu.

También plasmó su visión de las relaciones entre hombres y mujeres, definiendo el deseo carnal como algo ajeno al amor y la amistad.

Fue también un reconocido astrólogo, y su pensamiento sobre las fuerzas celestes que influyen sobre el ser humano, ayudaron a acercarse a una mejor compresión de las ideas astrológicas expresadas en la Pístis Sophía, uno de los más importante textos de la literatura gnóstica de la escuela valentiniana.

Empleó además sus conocimientos para combatir el fatalismo que hasta entonces acompañaba a la astrología.

Legó a la posteridad obras como La naturaleza espiritual de la verdad, Diálogos contra los marcionitas, La Luz y las tinieblas, Lo permanente o estable y lo inestable, y el Libro sobre los signos del zodiaco, entre otras.

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