Cuando el 22 de octubre de 1962, preludio de la Crisis de los Misiles, Fidel Castro ordenó una alarma de combate en Cuba, el joven Tomás Diez Acosta se encontraba en una unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) a las afueras de La Habana. “La Crisis de Octubre fue el acontecimiento más peligroso de la Guerra Fría”, dijo a Sputnik.
Rubén Gregorio Jiménez Gómez, teniente coronel retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y autor del libro Octubre de 1962; la mayor crisis de la era nuclear, recordó que los orígenes de ese conflicto diplomático se remontan a abril de 1961 cuando aconteció la invasión de alrededor de 1.500 emigrados cubanos.
La incursión por Playa Girón, en la occidental provincia de Matanzas, a 209 kilómetros de La Habana, no tenía como propósito el derrocamiento de la Revolución, cuyo triunfo aconteció dos años antes.
“Su misión era tomar una cabeza de playa en el territorio nacional y traer un gobierno contrarrevolucionario preparado, a la espera de un avión en el aeropuerto de Opa-locka, en el estado norteamericano de Florida”, aseveró Jiménez Gómez, quien es también ingeniero en Estación de Conducción de Cohetes Antiaéreos, graduado en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Pero la invasión a Playa Girón, puesta en práctica por el presidente demócrata John F. Kennedy (1961-1963), fue un desastre total, y sentó las bases de lo que, según Jiménez Gómez, marcaría “el surgimiento de la Crisis de Octubre”.
Salvar la Revolución
John Kennedy y su hermano Robert, en aquella época fiscal general de EEUU, idearon un plan para derrotar al Gobierno revolucionario instalado desde 1959, no con cubanos emigrados, como en Playa Girón, sino con las propias fuerzas estadounidenses. En la búsqueda de una justificación o respaldo ante el mundo para el posible desembarco de sus tropas, crearon la Operación Mangosta, explica Jiménez Gómez.
Las maniobras encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia —CIA, por sus siglas en inglés— perseguían provocar una crisis de grandes proporciones en octubre de 1962, que sería aprovechada por la Casa Blanca para la incursión de su ejército.
Operación Anádir
Siete días más tarde, cuando salieron los primeros barcos rumbo a Cuba, algunos de ellos incorporaron dentro de la carga esquíes, trineos, estufas y abrigos especiales para sortear el crudo invierno, incluso, los jefes de ferrocarriles y capitanes de buques desconocían el destino final y propósito de aquel movimiento, añade el experto.
“Algunos oficiales intrigados preguntaban, ‘¿para qué región solicito los documentos de navegación?’ y quedaban anonadados con la respuesta: ‘Para todo el mundo’. Luego recibían lo necesario para distintos itinerarios, dentro de los cuales la mayor de las Antillas era uno más de ellos”, revela el especialista.
La división estratégica estaba integrada, inicialmente, por cinco regimientos con 60 misiles nucleares: 36 misiles R-12 de alcance medio —de 1.000 a 3.000 kilómetros—, que llegarían a un círculo formado por Dallas, Chicago, Washington y toda la parte sudeste de EEUU, y otros 24 de alcance intermedio —de 3.000 a 5.500 kilómetros— que incidirían en casi todo el territorio continental de Norteamérica.