“Sin fertilizantes, el desabasto irá del maíz y el trigo a todos los cultivos básicos, como el arroz, y tendrá un impacto demoledor para miles de millones de personas en Asia y también en Sudamérica”, señaló recientemente António Guterres, secretario general de la ONU.
Damasco, 31 jul (SANA) Los empeños de Estados Unidos y la Unión Europea por aplicarle sanciones a Rusia debido a su operación militar especial en Ucrania, los pagará la economía mundial con una recesión, afirman reiteradamente analistas y expertos.
Desde el pasado 24 de febrero de acuerdo con la base de datos Castellum.AI (plataforma que proporciona información sobre sanciones globales), Rusia es el país más castigado del mundo, por delante de Irán, Siria, República Popular Democrática de Corea y Venezuela.
Contra esa nación están activadas más de ocho mil 700 nuevas medidas restrictivas, en adición a las dos mil 695 que ya estaban vigentes antes de esa fecha.
Tras cinco meses de aprobar y aplicar siete paquetes de sanciones, resulta evidente que el objetivo de imponerle condiciones y afectar a Moscú no funcionó hasta la fecha, en opinión del experto boliviano en relaciones internacionales Hugo Siles.
En un balance general está claro que Occidente, en los cuadernos de proyección estratégica elaborados con anticipación a la guerra, tenía la meta de promover en Rusia no solo un estancamiento en su economía, sino un debilitamiento estructural de su posición militar en un vasto territorio euroasiático, explicó Siles.
En el Foro sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, del 5 al 15 de julio, el viceministro ruso de Exteriores Serguéi Vershinin puntualizó que los intentos de Occidente de echar la culpa a otros causarían inflación en los propios países que acompañan a Washington en su cruzada contra Moscú, y lo que es peor, una recesión a nivel global.
Sobre esa base señaló que los errores en la política macroeconómica, alimentaria y energética de las mayores economías del hemisferio durante la pandemia de Covid-19, llevaron a una ola de inestabilidad en los mercados globales de materias primas ya antes del inicio de la operación especial que realiza Rusia para la desnazificación y el desarme de Ucrania.
Vershinin aseguró que a pesar de todo lo diseñado contra la economía de la nación euroasiática, esta tiene capacidad para incrementar las exportaciones de alimentos y fertilizantes a países de África y Medio Oriente a fin de contribuir a la solución del problema del hambre.
Al referirse a la estabilidad de los mercados energéticos, el alto funcionario ruso subrayó que su país propuso formas de pagos que eluden las sanciones unilaterales de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), mientras en materia financiera planteó el uso de las monedas nacionales para pagar las deudas soberanas.
Sin embargo, al desoír tales propuestas, las penalidades actúan como un bumerán que revierte los planes originales de destruir el sistema financiero ruso, y aunque Europa y Estados Unidos libran una guerra energética contra Moscú, todo el mundo tendrá que responder por ello.
También el experto chino Lin Boqiang consideró que el propósito de las medidas fue golpear los ingresos energéticos de Moscú con el menor costo posible para sí mismos.
Pero la UE depende en gran medida del suministro ruso, por lo que la actual escalada de los precios de los hidrocarburos ha sido durante mucho tiempo un lastre para ese bloque.
Como resultado, no solo Estados Unidos y Europa tendrían que hacer frente a un posible aumento de los costos del petróleo, sino que una escalada de la guerra energética entre Rusia y Occidente puede provocar cambios fundamentales en la estructura del suministro energético mundial.
Un alza más pronunciada de las cotizaciones del crudo en esta situación empeoraría inevitablemente la situación de la actual economía mundial, sometida a la presión de una enorme inflación.
AMENAZAS PARA LA HUMANIDAD Y ECONOMÍA GLOBAL
El aumento en los precios de alimentos, combustibles y fertilizantes debido a la guerra en Ucrania amenaza con arrastrar a las naciones de todas partes del mundo hacia la hambruna, con la consiguiente desestabilización, inanición y migraciones multitudinarias a una escala sin precedentes.
Dicha advertencia del director del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, resume una peligrosa realidad: la cifra récord de 345 millones de personas con hambre aguda se dirigen al borde de la inanición, 25 por ciento más que a principios de 2022.
En su opinión esa es una de las consecuencias más serias del conflicto en Ucrania -el granero de Europa-, su impacto en la disponibilidad de comida y la seguridad alimentaria a nivel global.
Por eso ante la escasez de comida ya Occidente se replantea las sanciones a Moscú, porque la crisis amenaza con provocar una hambruna generalizada dadas las restricciones impuestas a los productos rusos.
Esa es una de las mayores preocupaciones, ya que las repercusiones acrecientan un alarmante problema de seguridad alimentaria en todo el mundo que no será fácil de revertir, y que puede desencadenar inestabilidad social.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en mayo los precios de los alimentos aumentaron casi un 30 por ciento de lo que costaban un año atrás, impulsado por el alza del cereal y la carne.
“Sin fertilizantes, el desabasto irá del maíz y el trigo a todos los cultivos básicos, como el arroz, y tendrá un impacto demoledor para miles de millones de personas en Asia y también en Sudamérica”, señaló recientemente António Guterres, secretario general de la ONU.
A ello se suma la oleada de proteccionismo provocada por el incremento del costo de los alimentos, como lo hicieron Indonesia, India y Malasia al restringir sus exportaciones de aceite de cocina, trigo y pollo para asegurar los mercados internos.
Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, alrededor de 20 países tienen algún tipo de control de sus exportaciones para reducir el efecto de la inflación en la comida.
Por Cira Rodríguez César
Fuente: Prensa Latina