Ucrania, a la par de la pérdida de su política exterior, ha perdido también su soberanía en el plano interno. Hoy, Zelensky es simplemente una marioneta de las potencias occidentales convirtiendo a su país en un guiñapo de sociedad
Damasco, 26 jul (SANA) En el presente artículo vamos a revisar los hechos ocurridos en Ucrania desde que en 2014 las fuerzas pro-Occidente derrocaron al presidente Viktor Yanukovich.
Así podemos sintetizar, el periplo seguido por Ucrania, desde aquel mes de febrero del año 2014 cuando, apoyado por potencias occidentales en el plano político, comunicacional y financiero, las fuerzas proeuropeas y Otanistas de este país del este europeo, derrocaron al presidente Viktor Yanukovich.
Ello, con un vector esencial y distinguible: una política antirrusa, que encaja perfectamente en las políticas coloniales y neocoloniales tradicionales de este occidente amante del “divide y vencerás” practicado en Latinoamérica, Asia y África y que hoy, en la parte este de Europa, encuentra su fértil campo de experimentación. Un golpe que significó la instalación de gobiernos ultraderechistas, donde las fuerzas más nacionalsocialistas al interior de dichas administraciones dieron paso a gobiernos totalitarios que poco a poco comenzaron a servir los intereses de Washington y sus aliados respecto a la política de cerco y máxima presión contra la federación Rusa y al mismo tiempo la intensificación de la ofensiva militar contra las poblaciones del Donbás que “obligó a la población rusa de ese territorio a generar un proceso de autodeterminación frente a los crímenes de un régimen con predominio de sectores nacionalsocialistas, que poco a poco mostró su cara más sanguinaria”.
Ucrania es un remedo de democracia
Ucrania se ha convertido así en un peligro, no sólo para sus propios habitantes, las poblaciones del Donbás, sino también contra la propia seguridad rusa, que viene exigiendo garantías desde el año 1991 sin que hasta ahora se escuchen sus demandas. En la actualidad y mediante un análisis mínimamente profundo podemos dar cuenta, en base a lo que acontece en diversas zonas del mundo, caracterizadas por su tensión y los afanes hegemónicos de las potencias occidentales lideradas por Washington, léase: el Mar Meridional de la China, el Cáucaso Sur, Asia Central y Occidental, entre otras zonas del planeta, que asistimos al principio del fin del poder unilateral. El acto final del desbalance en el poder mundial y que implica avanzar hoy por el multilateralismo. Un camino que indudablemente aterra a Washington y esos países europeos agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, principalmente. Países carentes de dignidad y soberanía, sometidos completamente a lo que se defina al otro lado del Atlántico.
Ucrania es hoy una farsa de país democrático, la muestra evidente que cuando el dominio político proviene de aquellos, que se dicen sus aliados, se transforma simplemente en un país títere, una pieza más del engranaje estratégico de occidente y sus transnacionales, que incluye sus empresas energéticas, de armas, todas ellas con sus avanzadas ideológicas caracterizadas por las embajadas en los países donde desean instalar centros de mando y las organizaciones no gubernamentales, que los proveen de aparentes apoyos sociales para levantar banderas europeístas, como ha quedado demostrado en las llamadas revoluciones de colores, implementadas para fragmentar cualquier tipo de relaciones cooperativas y mancomunadas entre las repúblicas de la ex Unión Soviética y con ello, mantener la práctica del unilateralismo de Washington. Una política que Rusia desecha y que explica hoy, parte de la contienda que se libra en Ucrania
El canciller ruso Serguei Lavrov lo ha descrito en forma esclarecedora cuando se trata de mirar esta pugna entre aquellos que defienden su soberanía, los que aspiran a afianzarla y los que desean poseerla ““Cuanto antes se dé cuenta todo el mundo de que no hay alternativa a los procesos históricos objetivos en cuanto a la formación de un mundo multipolar sobre la base del respeto al principio de la igualdad soberana de los Estados, que es fundamental para la Carta de la ONU y todo el orden mundial, mejor. “si los miembros de la Alianza no son capaces de vivir según este principio y no están dispuestos a construir una estructura universal de seguridad y cooperación igualitaria, entonces que dejen en paz a todos los demás, que dejen de obligar a entrar en su campo con amenazas y chantajes a los que quieren vivir su vida con sensatez, que reconozcan el derecho a la libertad de elección de los países independientes que se respetan a sí mismos”.2
Hoy, en Ucrania se ha desmantelado la oposición, el pasado 14 de mayo el presidente Volodimir Zelensky firmó un decreto, al amparo de la guerra con Rusia, prohibiendo el funcionamiento de todo partido considerado cercano a Rusia, privando, por tanto, a un porcentaje importante de su población a tener representación política. Según el consejo de Seguridad y defensa de Ucrania, la oposición está prohibida, los partidos de oposición tienen impedido funcionar. Tal es el caso del caso del partido Plataforma Por la Vida acusado de favorecer las posiciones de Moscú. El fallo político ucraniano ha decretado, además, la prohibición de cualquier tipo de actividad de estas organizaciones y ha requisado sus bienes y propiedades.
Medidas similares fueron tomadas contra el Partido Socialista de Ucrania, o el partido Nashi (Nuestro), de Yevhen Muraev. La Justicia ucraniana, en estas semanas, ha ratificado, la prohibición del mencionado partido opositor Plataforma por la Vida, que se suma así a las formaciones cuya actividad ha sido suspendida, tales como: Plataforma de Oposición Por la Vida, Partido de Sharí, partido Nashi (Nuestro), Bloque de Oposición, Oposición de Izquierda, Unión de Fuerzas de Izquierda, Estado, Partido Socialista Progresista de Ucrania, Partido Socialista de Ucrania, Socialistas y Bloque de Vladimir Saldo.3
Corrupción se escribe con U de Ucrania
En estas decisiones, que en cualquier parte del mundo hubiesen despertado la denuncia y acciones de sanciones, llamados a bloquear y embargar a países “totalitarios” de esa Unión Europea y su brazo militar, que tanto vocifera sobre derechos humanos, democracia y defensa de la autodeterminación, pero cuando se trata de sus socios simplemente calla, generando impunidad y complicidad. A Zelensky, en aras de la rusofobia se le perdona todo, incluso el asesinato de más de 15 mil habitantes del Donbás, de decenas de prisioneros rusos detenidos, torturados y masacrados por los batallones nacionalsocialistas como Dnipro, Aidar y Azov, sin que sean considerados grupos terroristas. A Zelensky se le perdona la corrupción de su gobierno que semanas antes del inicio del conflicto con Rusia ocupaba las portadas de medios europeos que señalaban “Corrupción se escribe con la U de Ucrania”.4 Por otra parte el centro de estudios CATO señala, en un artículo de abril de este año 2022 que “Ucrania está lejos de ser un modelo democrático-capitalista y un magneto irresistible para las masas quejumbrosas de Rusia. La realidad es más confusa y problemática: Ucrania desde hace mucho ha sido uno de los países más corruptos en el sistema internacional. En su reporte anual, publicado en enero de 2022, Transparencia Internacional ubicó a Ucrania en la posición No. 123 de los 180 países evaluados”.5
En América Latina sabemos de esos gobiernos pintados de demócratas o directamente dictaduras que gozan del beneplácito de Washington y sus acólitos europeos. Así han transcurrido décadas de dictaduras militares, gobiernos civiles, pero dominados por la oligarquía y el totalitarismo, con cientos de miles de muertos, detenidos desaparecidos. Todo ello bajo la monserga de la supuesta “defensa de los valores de occidente”. Hoy, en Ucrania se vive la instauración de totalitarismo con la bendición de Washington, por supuesto y su socio menor representado por Bruselas, que es hablar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y sus afanes expansionistas, tal como lo describió el mencionado canciller Serguei Lavrov quien afirma que “la OTAN exige una dependencia, no sólo de la región euroatlántica, sino de toda Asia-Pacífico. Y, China, se opone a estas ambiciones neocoloniales”.6
En todo este marco internacional, el Estado ucraniano ha perdido la soberanía real, no sólo en el plano de la política exterior, manejada por las grandes corporaciones del complejo militar occidental, que han hinchado sus arcas con la venta de armas a diestra y siniestra bajo el supuesto peligro ruso, como también la influencias y los proyectos de desarrollo de las corporaciones transnacionales energéticas. Todo sea para dinamizar las economías de occidente. Tengamos presente que desde febrero de este 2022 hasta el cierre de este artículo, Occidente ha entregado al menos 20 mil millones de dólares en “ayuda” representada principalmente por armas.
Ucrania, a la par de la pérdida de su política exterior, ha perdido también su soberanía en el plano interno. Hoy, Zelensky es simplemente una marioneta de las potencias occidentales convirtiendo a su país en un guiñapo de sociedad y donde, además, lo hemos mencionado en segudnopaso.es “al recibir armas desde las potencias occidentales, está catalizando la posibilidad de incrementar el tráfico de armas en el mercado negro, de uno de los negocios negocios más lucrativos del mundo”7 con todo el peligro que ello entraña, en materia de procesos de desestabilización, guerras, muerte y destrucción de nuestras sociedades, que son las que al fin y al cabo pagan la factura final de los afanes hegemónicos de las potencias lideradas por Estados Unidos.
Por Pablo Jofré Leal
Fuente: Hispan TV