La Habana (SANA) El desembarco estadounidense cerca de Santiago de Cuba marcó el comienzo de la presencia militar, injerencias y golpes de Estado de la naciente potencia imperialista, al mojar los marines sus botas en aguas de América Latina.
El plan preliminar de ataque se elaboró en el campamento del mayor general Calixto García, el 20 de junio de 1898, en el Aserradero, costa sur cubana, a 30 kilómetros al oeste de Santiago.
En horas de la tarde de ese día allí llegaron el mayor general William R. Shafter, jefe del Quinto Cuerpo del Ejército norteamericano, y el jefe de la escuadra, almirante William Sampson, para entrevistarse con Calixto García.
El 22 de junio se produjo el primer desembarco de tropas de Estados Unidos por el caserío de Daiquirí, en el suroeste de la ciudad, previamente ocupado por fuerzas del Ejército Libertador al mando del general Demetrio Castillo Duany (1858-1902), que desalojaron a los españoles.
Con las fuerzas cubanas en la vanguardia, los estadounidenses avanzaron sobre Firmeza hacia el noroeste y Siboney en la línea costera. La próxima cabeza de playa se estableció en este último lugar -por la actual carretera, a sólo unos 16 kilómetros de Santiago de Cuba.
Dos días después comenzó la descarga del grueso del Quinto Ejército, operación que terminó el 26 de junio.
El Quinto Cuerpo de Ejército de Estados Unidos estaba integrado por unos 20 mil hombres (más de 900 jefes y oficiales), distribuidos en dos divisiones de infantería, una de caballería, una brigada independiente, artillería, ingenieros y un batallón con un globo cautivo.
Disponían de unos 40 barcos, entre ellos dos aljibes, varios pontones y otras embarcaciones menores, así como transportes terrestres y ambulancias. La expedición salió de Tampa el 16 de junio.
En julio tuvieron lugar los acontecimientos principales donde el Ejército Libertador fue el componente decisivo en la toma de Santiago de Cuba por las fuerzas de Estados Unidos, en el verano de 1898.
LAS SALVAS DEL SIGLO XX
A la búsqueda de mercados salieron, en vísperas del siglo XX, las nuevas cruzadas de marines y cañoneras del entonces ya primer productor industrial y agrícola del mundo.
Su capital financiero clamaba más espacio para expandirse dentro de un traje a punto de reventar sus costuras en las fronteras del Atlántico y el Pacífico.
El milagro se hizo en la campaña de Cuba, en 1898, la cual resultó una magnífica experiencia preludio de sucesivas intervenciones en Centroamérica y el Caribe, cuya fuerza abarcaría todos los sectores e impondría la voluntad estadounidense a lo largo de la centuria siguiente.
El impacto de 1898 en la América Nuestra tuvo ribetes de plomo y sangre, de tratados comerciales logrados «a punta de pistola» y de una extensa zona de influencia que en pocos decenios desplazó a potencias europeas para señorear también en Sudamérica; obtuvo asimismo la explotación del Canal de Panamá.
En 1904, el empresario estadounidense Minor C. Keith, fundador de la United Fruit Company, obtuvo de Guatemala la cesión de tierras, muelles y ferrocarriles, reforzando la penetración iniciada en 1901. Sus concesiones de tierras se ampliaron en la costa atlántica con el respaldo de Washington.
Estados Unidos, presente en Cuba y Puerto Rico desde 1898, ocupó también Haití (1915-1934) y República Dominicana (1916-1924).
La lista sería interminable hasta el derrocamiento de Jacobo Árbenz en Guatemala (1954), la organización de la invasión mercenaria contra Cuba (1961), el golpe militar fascista en Chile (1973) y la invasión a Granada (1983).
Estados Unidos sembró y sostuvo varios dictadores en la región: en Cuba a Gerardo Machado (1925-1933) y Fulgencio Batista (1952-1958). Apoyó las sangrientas dictaduras de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) en República Dominicana, y Francois Duvalier (1957-1971), en Haití.
En Guatemala a Carlos Castillo Armas (1954-1957); en Venezuela, a Marcos Pérez Jiménez (1952-1958).
UN VISTAZO AL PANORAMA DE LA REGIÓN
En 1898, con el pretexto de «proteger vidas e intereses extranjeros», Estados Unidos envió buques y marinos a Nicaragua durante una insurrección interna.
En 1909 ocurrió la primera intervención armada a ese país; en 1912 tropas y buques de guerra de Estados Unidos bombardearon y atacaron Managua, Masaya, Granada, Corinto y otras poblaciones nicaragüenses. Esta segunda intervención militar se extendió hasta 1925.
Hubo otras intervenciones hasta 1936 cuando Anastasio Somoza, jefe de la Guardia Nacional, cuerpo organizado por los marines, ocupó el poder tras el asesinato de Augusto César Sandino (1895-1934), quien combatió a los interventores durante muchos años.
Sandino llegó a tener de dos mil a seis mil soldados, columnas mandadas por generales, y propinó fuertes golpes al invasor al punto que Washington retiró sus marines en 1933, luego de haber planeado cómo eliminarlo.
Tacho Somoza (1896-1956) fue gratificado con el sostenimiento por Washington de su larga dictadura a partir de 1937, la cual heredaron sus hijos Luis y Anastasio hasta el triunfo popular de 1979, encabezado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
La República Dominicana sufrió en 1905 el control de sus aduanas con la presencia de barcos de guerra norteamericanos en aguas dominicanas; un fuerte destacamento de marines impuso en 1916 un régimen de ocupación militar estadounidense y estableció una dictadura pronorteamericana.
En 1965, Estados Unidos desató una sangrienta intervención contra el movimiento constitucionalista en República Dominicana.
Funcionarios de Washington, en 1914, tomaron 500 mil dólares del Banco de Haití para trasladarlos al National City Bank.
Ante la negativa de Haití a la aceptación del control de sus aduanas, el 27 de julio de 1915 tropas estadounidenses desembarcaron en Puerto Príncipe e impusieron un presidente títere y un tratado que lo convertía en protectorado yanqui.
En 1925 tropas norteamericanas causaron decenas de muertos y heridos en el parque Santana de Ciudad de Panamá, la primera de las diversas masacres cometidas contra el pueblo panameño; la más reciente, en 1989, provocó más de tres mil víctimas, en su mayoría civiles de las áreas más pobres del país.
Fuente: Prensa Latina
Por Marta Denis Valle