Damasco, SANA
Persiste Estados Unidos en imponer su supremacía en el mundo por ser la primera superpotencia, pero se niega a abandonar la “mentalidad del Cowboy” en su tratamiento con las naciones y al Derecho Internacional e insiste en pretender liderar desatando guerras militar y económicas en lugar del diálogo y la negociación.
Hemos perdido la cuenta de las acciones bélicas desatadas por Washington desde la Segunda Guerra Mundial hasta ahora o de aquellas que estallaron por una provocación de EE.UU violando el Derecho Internacional?
Creo que no son muchos aquellos que puedan enumerar esas guerras aunque buena parte de ellas sucedieron en nuestra región árabe. Raramente, pasa un año sin una guerra directa o proxy de Washington en una parte del mundo o tal vez dos simultáneamente, una en el este y otra en el oeste de nuestro Globo.
Y la pregunta que siempre planteamos: ¿Qué es lo que impulsa a una superpotencia como EE.UU a recurrir a la fuerza en su comportamiento internacional? ¿sería solo la prepotencia y arrogancia o es la “política del Estado profundo” que la Casa Blanca no puede deshacerse de ella?
No hay duda de que es una tendencia meramente estadounidense que ve una necesidad la continuación de la guerras para mantener la hegemonía económica y de dominio debilitando a los demás y mantener su vulnerabilidad ante el poderío militar estadounidense.
Las guerras económicas libradas por Washington no fueron menos feroces que las guerras militares, y mencionamos aquí su guerra comercial con China y Europa, y su bloqueo y sanciones económicas contra países como Siria, Irán, Rusia, Cuba, Venezuela y otros. Es una guerra sucia con la que Washington completa sus acciones militares para fragmentar a los pueblos y destruir las infraestructuras.
Pero, ¿Miraría Estados Unidos a sí mismo como lo miran los demás?, Washington no aceptaría la respuesta a esta pregunta a pesar de su reconocimiento implícito a la misma, pues la decisión de nombrar a Karen Hughes como asistente del Secretario de Estado en 2005 es la que mejoró la imagen de Estados Unidos en el mundo, y esto constituye una respuesta segura a esta pregunta.
“No se puede embellecer a un cerdo con pintalabios”, así comentó un ex diplomático de la administración estadounidense sobre el intento de Washington de mejorar su imagen en el mundo. Tal vez es la frase más elocuente que describe cómo mira el mundo a Estados Unidos, y por ello, no sirvieron para nada las vueltas de Hughes por el mundo y el hecho que bailara y cantara con los pueblos, pues su voz no pudo abrumar el sonido de bombas y cohetes que caían sobre los hogares de la gente en muchos países.
Estados Unidos no puede mantener su supremacía con la mentalidad del “Cowboy”, y el surgimiento de potencias y la formaciones de bloques internacionales es sólo el comienzo de una nueva variante de liderazgo en el mundo a través nuevas vías.
Por Abdul Rahim Ahmad, Periodista y Director General de SANA
Fuente: Diario al-Thawra
A.H/F.M